Ana Garrido aparece luminosa en abstracto dándole un aspecto sofisticado, y los dibujos retorcidos sobre nazareno hasta el alto cuello, le confieren un semblante de mujer fatal intrigante; ha recortado y aclarado su característica melena, para convergir todo en sus inefables gafitas por donde controla todo.
Ya adelanta que no va a haber debate político, sino tertulia informativa.
Belén Piqueras, mujer despejada y concisa de palabra, y discreta como los rayados que viste.
Alfredo Calatayud portando la bandera de lo políticamente correcto, con ese aire intelectual que le da en fondo negro, barba, gafas y calva en su conjunto. No lanzó mucha propaganda a como suelen estilar los políticos cuando les sueltan cuerda; sí lo normal: lo que se ha hecho y sobre todo como va a quedar la ciudad culturalmente.
Juan Luis García, de envoltura semejante al anterior, demostrando que el semblante no determina al pensamiento volcado en el terreno profesional.
José Luis Cotillas, se expresa con ironía y alegría de vivir con ese aire convencional de gafas y jersey de cuello que solo enseña las solapas de la camisa, muy de la década de los 70.
De los invitados, fueron a Cuba a recoger material, todos menos Calatayud que parece como se disculpase, diciendo que fueron los que tenían que ir y además les piropea con modestia, que ellos mejor que él para hacer lo que tenían que hacer … y entonces es Cotillas (no por otra cosa) quien descubre que no ha ido por miedo al avión. La solución con risas, porque de otra manera …
Hay sobre la mesa algunos objetos personales y en lo alto, presidiendo la estancia , un retrato de (quien fue su poseedor) Herminio Almendros. Relatan su estancia en Cuba, como una aventura que estuvo llena de vicisitudes (acuerdos, inspecciones, compromisos) para sacar las cosas que se pudieron, con final feliz. Tuvieron mucho trabajo y movimiento, pero pudieron disfrutar de la amabilidad de sus gentes y del arte a raudales, visible por las fotos que pasan. También encontraron su tumba donde esta inscrito como epigrama MAESTRO DE MAESTROS.
Todos vienen a asentir en que
· hay que rescatar tan ilustre personaje del olvido
· se le conoce mucho en América
· no tiene herederos y aquí es su sitio idóneo (su ciudad)
· abre un campo cultural y educativo, que puede generar expectativas y posibilidades
· queda un camino muy interesante y lo que se recorra quedará para el futuro
· lo que traen (lo físico) no es lo más importante, sino el legado de su persona
· que la fundación tomará las riendas para gestionar esos fondos, catalogando, difundiendo su trabajo, implicando a pedagogos en la renovación abriendo los fondos, colaborando con Cuba, editando su obra, habilitando secciones en biblioteca y archivo, organizando conferencias, etc..
La presentadora Garrido, expresa que le resultó una conversación muy interesante.
Interrumpo la escritura en este lugar. Hasta aquí todo loas alabanzas.
Se me viene al caletre que había visto una placa en su honor en una vieja casa al final de la c/ Niceto Cuenca. Deseo acercarme y así de inmediato me dirijo hacia su casa natal. Hace frío hasta dejar casi anestesiado el rostro; poco importa estar arrecido, el anhelo se sobrepone a estar aterido. Llego a donde esperaba encontrarla y me quedo paralizado, mi mirada se estrella en la fachada blanca de un edificio moderno y convencional. ¡Me aseguraré, aunque esté seguro!; se me cruza una señora ya mayor, a la que con cautela y delicadeza (no sea que se asuste) le pregunto
- ¿conoce la casa donde vivió Herminio Almendros y que tiene una placa? - se queda pensativa, tarda en reaccionar, y por fin
- sí, en esta misma casa que tiene enfrente había un cartel, pero ahora es una casa nueva – mientras me escruta con la mirada como diciendo ¿quién será este tipo?
Le agradezco la información sin poner de manifiesto el ardor, la furia y la impotencia que me asaltan repentinamente. El frío es calentura que me incita a compartir con quien sea; así que
- por favor ¿eres vecina de este barrio? ¿conoces la zona? - cuestiono a una chica joven
- sí – con rotundidad
- sabrás que con la distancia del tiempo por medio, eres convecina de una persona que fue importante y conocida internacionalmente – al punto que miro a la pared, un poco reconcomido por ir de rebuscado
- sí, Herminio Almendros – sin apenas pensarlo, y como más dada a la conversación continua
- pero tiraron la casa y esta lleva ya tres años – recalca la joven sin dudar, mostrándose tan enterada que confirma lo que era ya más que una sospecha
- gracias – y termino considerando como ante la suspicacia inicial, las maneras influyen para transformarla en confianza; pero no sigo la conversación por el estado irritado de ánimo, mientras continuo rastreando la fachada donde estuvo en su honor la placa y me encuentro en su lugar un cartel VENDEMOS … me entra un repentino furor al venirme a la chola esa dejadez mesetaria; ¿se puede vender su recuerdo?
¿Dónde estará la placa? Para que me voy andar con zarandajas, ¿estará bajo tierra, entre los cimientos? como si a la memoria histórica se le hubiera dado la vuelta, enterrándola después de tantas alabanzas y ese testimonio desapareciera aunque sea involuntariamente al no considerar lo que representa.
No debería ser tan malpensado ni de pensamiento; quizá la guardaron para luego colocarla otra vez en el nuevo edificio; o la han recogido para la fundación con la intención de poner una nueva con otro texto. ¡Poca prisa se dan!
Aquí también tardaron en reconocer a un hijo de su pueblo cuyo prestigio atravesó fronteras, y que ha dejado un legado material e inmaterial a futuras generaciones.
Después de la edulcorada tertulia, mi crítica - si es que tuviera razón de ser - para quien le corresponda, es agria. Pero bueno, de las amarguras vienen la esperanzas, y esperemos que no pase mucho tiempo para que al alzar la vista veamos que ha brotado como el color luminoso de los almendros, el rótulo que diga: EN ESTE LUGAR NACIÓ EL ILUSTRE PEDAGOGO Y ESCRITOR ALMANSEÑO HERMINIO ALMENDROS.
Cordial
Antefaz