Si uno no paga sus deudas, no tiene derecho a imponer condiciones.
Estados Unidos mantiene siempre unas relaciones difíciles con las organizaciones supranacionales. Nunca ingresaron en la Liga de las Naciones, a menudo expresaron desprecio hacia la Corte Internacional de Justicia, en la Organización Mundial del Comercio ven un velado ataque a su soberanía. Pero todo esto palidece frente a su conducta como miembro de las Naciones Unidas.
La falta de pago de los aportes atrasados de Washington, que ascienden a unos 1.300 millones de dólares, está reducción de la credibilidad e influencia y poniendo al borde de la quiebra a la ONU.
Pero analizando esa deuda se comprueba que, a finales del siglo pasado, el Congreso Americano decidió retener los pagos hasta que la ONU reformase sus procedimientos administrativos y presupuestarios e incluso prohibió el pago del cupo norteamericano (convenido previamente) de los gastos de mantenimiento de la paz. Como consecuencia de ello la ONU ha reducido notablemente sus misiones pacificadoras, pero también por los insistentes reclamos norteamericanos. Si acaso las envía, es únicamente por invitación ya que son la fuerzas armadas estadounidenses las que quieren desempeñar ese papel, pero sin espectadores.
También se han visto obligados a efectuar reformas internas; por ejemplo, ha facultado a sus miembros, en forma individual, para vetar los presupuestos que les desagraden; y ni aún así los Estados Unidos han saldado sus deudas atrasadas.
Ni los miembros de la Unión Europea, que junto a los 132 países en desarrollo condenaron individual y colectivamente a Washington por retener sus aportes a la ONU debido a motivaciones políticas, han podido evitar que Estados Unidos continúe ejerciendo su peso político sobre los delegados de naciones industrializadas y en desarrollo, siga renegando de sus compromisos financieros con el foro mundial y, gracias a que las sanciones propuestas por los países del bloque europeo no son aplicadas, no pierdan su derecho a voto en la Asamblea General ni sean excluidos de toda licitación futura. Es más, el Embajador Estadounidense amenazó con represalias al Comité de Administración y Presupuesto de Naciones Unidas a menos que los aportes de Washington sean reducidos de 25 a 20 por ciento.
Pero, si esto es inconcebible, resulta bochornoso que el último intento de la administración del presidente Bill Clinton por pagar gran parte de las contribuciones atrasadas a la ONU fuera frustrado porque estaba vinculado a una ley contra el aborto; dos cuestiones que no tienen nada que ver, política internacional y política domestica juntas en una votación en el Congreso de los EE. UU., por lo que, lógicamente, quedan ante el mundo como un país intolerante y necio.
Desde luego con políticas como estas la ONU acaba siendo una chapucera organización incapaz de desempeñar el papel asignado y algunas de sus agencias seguirán siendo ineficaces e ineptas, pero esto no justifica que los Estados Unidos rehúsen a pagar sus deudas.
La negativa norteamericana a pagar sus deudas y su cuota religiosamente se puede interpretar como una señal de algo mucho más profundo: la renuencia a asumir responsabilidades y desafíos en el escenario mundial dentro de la Organización de Nacuiones Unidas y hacerlo de forma unilateral, sin control, sin testigos y sin cortapisas.
Estados Unidos quieren ser la ONU sin la ONU. En Haiti, y en tantas otras ocasiones, se ha comprobado, mal que a muchos les hayan engañado las apariencias y les vean como los salvadores de catástrofes.
Y digo yo
¿Qué hubiera pasado al contrario?¿Estarían tan callados y quietos los responsables de la diplomacia Estadounidense o estarían aplicándose las sanciones y expulsiones del Foro Mundial?
A esto llamo yo hacer las cosas con el culo y es lo mismo que cuando el Imperio RomANO
'El fuerte se caga en el débil para demostrar que es el fuerte'
por no querer ser grosero.