Desde principios de los ochenta y hasta la actualidad existe en la Unión Europea una nueva modalidad de pobreza. Una parte significativa de las personas europeas que se encuentran bajo el umbral de pobreza, trabajan. Este fenómeno de pobreza laboral denominado ‘working poor’ (trabajadores pobres en ingles) sobrepasa con creces los límites de la marginalidad
El trabajo asalariado ya no es un medio eficaz para proteger a los personas de la pobreza.
El nuevo marco de gestión del capitalismo que se impone desde finales de los setenta, tiene una estrecha relación entre el creciente proceso de empobrecimiento laboral y la precarización de la relaciones salariales asociada al ajuste neoliberal.
Dentro de la doctrina capitalista la pobreza se estudia siempre como un fallo de gestión, independientemente del funcionamiento normal del sistema económico; es algo que está ahí. Nos podemos preguntar cómo es pero no por qué existe, y sobre todo, por qué se constituye en un rasgo típico del capitalismo. Son análisis meramente descriptivos que a veces, en el mejor de los casos, incluyen preceptos normativos para reducir la pobreza, pero no para erradicarla, ya que en ellos no se considera que es una consecuencia.
Para ser serios y riguroso con la realidad social y económica de la Unión Europea de hoy, hay que estudiar la pobreza desde el análisis de la producción, y en concreto, la relación salarial y el mercado de trabajo, lo que nos permite dos cosas: Por un lado, entender la pobreza no como un daño colateral, como nos quieren hacer creer continua y continuadamente sino como un elemento sistematizado en el capitalismo. Y por otro, explicar las causas de pobreza salarial atendiendo a los cambios que han operado en los mercados laborales europeos durante los últimos treinta años.
El que personas que trabajan en condiciones legales y reciben un salario se sitúan por debajo del umbral de pobreza de su país y no consiguen dejar de ser pobres, es un concepto novedoso y muy poco desarrollado en los análisis de economía en la Unión Europea, pero alarmante y un fiel reflejo de la realidad. Es el resultado del viraje europeo hacia un mercado laboral basado en el modelo estadounidense, en donde sí es un concepto ampliamente utilizado en los estudios de mercado laboral.
Tras final de la II Guerra Mundial y el inicio de la década de los ochenta, las políticas sociales y económicas de la Europa del Oeste se basaban en los principios fundamentales del liberalismo económico pero de forma relajada, para evitar procesos revolucionarios, habida cuenta del creciente peso que tenían las políticas socialistas en la Europa del Este.
En la actualidad estamos asistiendo a una reorganización del funcionamiento capitalista que explicita la subordinación de lo que en el capitalismo siempre estuvo subordinado, las condiciones de vida de los trabajadores; estamos inmersos en un período neoliberal.
Las conquistas laborales asociadas al Estado del bienestar (Seguridad Social, seguro de enfermedad, pensiones, subsidio de desempleo, etc.), permitió en los países europeos arrinconar la pobreza en aquellos colectivos que no participaban con normalidad en el proceso de trabajo asalariado. Pero es la quiebra de estas conquistas sociales y laborales la que nos devuelve a una situación en la que, como a lo largo del siglo XIX y el primer tercio del XX, la pobreza ya no es patrimonio de los grupos de población excluidos del mercado laboral, sino que de forma sistemática, está adentrándose en la población laboral normalizada.
Actualmente el neoliberalismo supone la reaparición y normalización de la pobreza entre los trabajadores. A mediados de los noventa la tasa de pobreza de los asalariados era, en España, es del 12,2 frente al 9,0 de la UE-14, (se excluye a Suecia, debido a que este país no participa en la base de datos ECHP de donde se han sacado los datos); más de uno de cada diez, para el caso de España y casi uno en la UE-14, asalariados estaban por debajo del umbral de pobreza.
Pero comparando este dato con la tasa de pobreza total, que era del 19,6 para España y del 16,4 para la UE-14, vemos que en el total de pobreza los trabajadores pobres suponen el 62% aproximadamente del total de las personas pobres, frente al 55% en la UE-14.
Pero puede ser usual que una persona obtenga un salario que le permita a él individualmente situarse por encima de la línea de pobreza; ahora bien una unidad de convivencia con más personas, y que quizás no obtengan ningún otro ingreso (desempleados, niños, ancianos), sí quede en situación de pobreza real. Por ello en vez de asalariados considerados individualmente tomamos el dato de hogares de asalariados, que parece más realista; es decir hogares en los que al menos un miembro que trabaja en condiciones legales y recibe un salario, está por debajo del umbral de pobreza.
Los resultados obtenidos en este último caso son especialmente negativos. En España, a mediados de los noventa, la tasa estaba en el 16,3 y en la UE-14 del 13,3, lo que representa el 83% y el 81% de la pobreza total respectivamente. O sea que aproximadamente el 83% de los pobres son hogares de asalariados; la pobreza, en este último caso, es una característica aún más extendida de lo que parecía en la primera aproximación cuando nos referimos a personas individuales, es la tónica general en todos los países de la UE-14 y desde luego preocupante y negativo.
Ahora bien, no solo saber cuales son las proporciones entre los pobres y los asalariados pobres da una foto de la realidad social e influencia del fenómeno ‘working poor’ . Una forma definitiva de dimensionar la incidencia de la pobreza laboral en la UE es ver cómo de importante es este grupo social dentro de la población total, y los datos obtenidos son verdaderamente preocupantes. El 3,9% de la población de España son asalariados pobres, y lo que es más significativo el 12,3% de la población española vive en hogares asalariados pobres (más de uno de cada diez hogares viven por debajo del umbral de pobreza) Respecto a los datos de la UE-14, los países del Sur de Europa, que tienen los niveles de pobreza global más altos, vuelven a registrar los datos de pobreza salarial también más elevados.
Así, tenemos que entre mediados de los años ochenta y mediados de los noventa la tasa de pobreza ha aumentado 17 veces más rápido en los hogares con un trabajador legal y asalariado que en los hogares sin trabajador; la tasa de pobreza en la UE creció un 0,16% en los hogares sin trabajador y un 2,74% en los hogares con un sólo trabajador. (Continuará)