Así que hemos decidido insertar un 75 u 80% del poema para evitar tentaciones. Si alguien está interesado en tenerlos completos puede ponerse en contacto con los autores, que amablemente se los enviarían.
El precio por tomo es de 10 euros y, en el caso de residentes fuera de Almansa, habría que añadirle los gastos de envío.
Son 3 manuscritos, cada uno de ellos con 51 poemas -unos 120 folios- y algo más de 6.300 versos.
EL PIJO DEL MARINERO.
Para S. Garbillo.
Por el Vizconde de la Pitusa y la Vizcondesa de la Pepitilla.Otro de los colectivos donde no he visto maricas es el de hombres del mar. Ni siquiera hay quejicas pues son hombres de verdad. Puede alguien concebir, pues ha de estar en el rol, a un maricón embarcado navegando por Gran Sol para coger el pescado. Ni a Gran Sol ni a Terranova llevan maricas las naves, ni a las costas africanas ni a cualquier otros enclaves llevan a estos tarambanas. Para pescar la merluza, las anchoas y boquerones, el bacalao y pescadilla hay que ser muy hombretones y no maricas de quilla. Son hombres de pelo en pecho con la piel medio arrugada, las manos encallecidas y la mente despejada para evitar las paridas. Porque la mar solo admite a hombres que sean enteros y que sepan navegar por los mares puñeteros sin echar la vista atrás. El marino pescador, lo mismo que el de la Armada, tiene su amor en la mar y en ella está sustentada su vida y su bienestar. El cántabro y el gallego, el vasco y el asturiano, han salido siempre al mar lo mismo que el valenciano y al igual que el catalán, el andaluz y el murciano sin pensar lo torticero de la ola traicionera. Llegaron al caladero y allí echaron la redera. Puede que algún maricón revolotee por la playa pero sin mojarse el ano. Él se acerca donde haya el culo de algún fulano. Se lo mira con descaro y hasta se le cae la baba; también le mira el paquete y su pensamiento acaba con el pijo en el ojete. | Pero para su desdicha el culo es de un marinero que al darse cuenta que al lado hay un marica culero le pone un ojo morado. Le echa las manos al cuello y el culo se lo patea; le atiza un par de guantazos y si el marica gallea le vuelve a dar dos tortazos. Y el pobre marica acaba mohíno y apaleado por fijarse en un marino que tenía el culo empinado y el nabo de un vitorino. Desde aquel día el marica no busca gente del mar pues sabe que al navegante no le gusta lo de atrás y sí lo que hay delante. Una hembra en cada puerto necesita el marinero, el Capitán y el grumete, el casado y el soltero porque el deseo los somete. Se están jugando la vida hasta llenar la bodega de mariscos y pescado y cuando al puerto se llega buscan un chocho lavado. Pero si no hay maricones entre la marinería puede haber algún cornudo y esto nunca se sabría si aquel joven narigudo del padre nada tenía pues era chato y velludo, y en el pueblo se sabía que la madre y un viudo se encamaban cada día. Cuando estuvo en Terranova pescando el buen bacalao, la merluza y la anchova, su parienta se ha "sobao" con el viudo, en su alcoba, hasta dejarlo "atontao" pues follando era una loba. Los cuernos del marinero son lógicos y corrientes pues el mar es puñetero y las mujeres calientes. Su chocho es un caladero pues necesita clientes que tapando el agujero follen como semovientes. |