
Cuando el otoño agoniza y el invierno inicia su andadura los pueblos y ciudades de occidente se visten de gala para celebrar solemnemente la Navidad. Su origen es de todos conocido. Celebramos un acontecimiento de índole religioso que ha marcado, por su enorme transcendencia, la vida privada y pública, durante más de dos mil años de lo que tradicionalmente hemos llamado el mundo civilizado.
En la actualidad, y pese al momento agnóstico en que vive la sociedad, seguimos celebrando, con ligeras variantes, este transcendental e importantísimo hecho, con distinta intensidad, en todos nuestros hogares.
Para muchos prima el hecho religioso en sí, para otros es la tradicción la que marca el camino y para otros muchos es simplemente la connotación que tiene con días de fiesta, con días libres para dedicarlos al menester que se les ocurra (viajes,deportes o descanso).
Posiblemente, y si queremos ser coherentes con nuestros principios, deberían servir estas fechas para hacer un recorrido por los actos (acontecimientos los llamaría yo) realizados desde las últimas fiestas navideñas y de paso resaltar los aciertos y errores cometidos a lo largo del año transcurrido. Los primeros para prodigarlos y los segundos para evitarlos en lo sucesivo. También debería ser el punto de partida para fijar nuestros objetivos, anhelos, ilusiones y deseos de futuro en temas transcendentales como son los de índole profesional, familiar y social.
Es bastante frecuente que en estas fechas deseemos lo mejor a nuestros amigos, conocidos y vecinos. Pero esta vez quiero ampliar el abanico y hacer que este deseo llegue a nuestra distinguida clase política y de paso hacer una humilde sugerencia.
A nuestros políticos, a los que nos gobiernan y a los que están en la oposición, debería pedirles coherencia en sus principios, honestidad en el cargo y plena dedicación a sus gobernados. Todo el que acceda al poder sólo con la intención de satisfacer sus más bajos instintos (de la índole que sean) no debería tener cabida entre nosotros. Una sociedad democrática y por ende fuerte, no puede permitirse el lujo de que quien la gobierne no esté a la altura que requiere un puesto dirigente.
El que no esté preparado para asumir un cargo de responsabilidad o el que haya hecho dejación de sus obligaciones propias del cargo, debe ser inmediatamente cesado. ¿A quién le corresponde la responsabilidad del cese? A mi entender debe ser su propio partido o agrupación política, por limpieza democrática, los que le exijan, comprobada la responsabilidad, el abandono del cargo al militante que lo ocupe. En el caso de que este partido o agrupación no lo hiciese, debería sufrir, por la ciudadanía, en las urnas el castigo democrático que le correspondiere. Si es la justicia la llamada a intervenir, a ésta habría que pedirle rapidez (no prisa) en el veredicto. Las situaciones no se pueden eternizar. Perdería su función ejemplarizante.
A todos los dirigentes, colaboradores y amigos de "elcafelitodelviernes" mis mejores deseos de esperanza y felicidad en las próximas fiestas navideñas y que el año 2.010 esté lleno de salud, amor y paz para ellos y sus familias.
Un abrazo
Igualmente felices fiestas para los colaboradores y el blogger. Espero que volváis llenos de regalos para compartirlos con nosotros. Y ya sabéis a qué regalos me refiero. ¡Buen año para todos vosotros desde el Antefaz, a todos los tíos "mal hablaos", pasando por Manolo y Cyrano, sin olvidar a nadie que ponga sus palabras amables o "bordes" para regocijo o reflexión de quienes os leeemos!
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