
!San Manolo escayolista, Patrono del buen charlista! !Santa Llanos comunista, Patrona de hermosa vista! En la tele, de arribista, la tachó un periodista que es un facha de autopista.
A veces me trastabillo y cuando quiero darme cuenta ya he metido la pata hasta el corvejón, y en esta ocasión reconozco que el traspiés ha sido de órdago a la grande. Y no es necesario ir a Salamanca para saber los motivos.
Pero ya no me queda más remedio que dejar las cosas como están. Quería que mi amiga Llanos y mi buen amigo Manolo tuvieran un Patronazgo pero se me ha ido la mano al mezclarlos. No tengo remedio, tengo la bocha más dura que los garbanzos de Terrinches y debo decir que ignoro si en este pueblo manchego se siembra y recolecta esta planta herbácea de la familia de las Papilionáceas.
Pero olvidemos los patronazgos, los garbanzos y al facha y comencemos de una vez por todas con el tío Folla Jergas. Cuando lo conocí tenía ya más años que el aire del sur; era del mismo pueblo que el tío Pochico y otro de sus personajes singulares.
El tío Folla Jergas fue toda su vida barbero y tenía el carácter alegre, jacarandoso y simpático en extremo. No creo que tuviera un enemigo y se jactaba de no haber llorado jamás pues decía que las penas había que mandarlas al valle de Josafat. Nunca fue a un velatorio ni a un entierro, si moría algún amigo o conocido buscaba días después del sepelio a los familiares y les daba su más sentido pésame. Nadie le echaba en cuenta nada porque sabían su forma de ser.
Pero lo que nunca logré saber es el porqué de su apodo. Por parte de padre era de la familia de los Cachirulo y por la de su madre de los Soplapanzas.En una ocasión, estando yo presente, un cliente de la barbería le preguntó de donde provenía su sobrenombre y, tras mirarlo fijamente, se llevó la mano a la bragueta y no le contestó.
Se decía que muchos de los clientes que tuvo en la barbería lo eran por escucharle sus chistes y chascarrillos, que los tenía por cientos. Pero la verdad sea dicha, mentía más que respiraba aunque, eso sí, sin perjudicar ni molestar a nadie en absoluto. Se jactaba de haberle arreglado el bigote, estando en la mili, al General Miaja y era totalmente falso porque este militar no tuvo nunca este adorno piloso.
De su estancia en la mili, que la hizo en Melilla en los años de la guerra de Marruecos, con el desastre de Annual y el desembarco de Alhucemas, podía estar semanas contando batallitas, las más de ellas falsas. Y si de moras hablaba tenía que dejar las tijeras o la navaja porque se enardecía hablando de las marroquíes, de las muchas que él había conocido en la cama, y todas ellas sin pelo en el pubis.
Permaneció 3 años en África y conoció a todos los altos mandos militares: Sanjurjo, Mola, Franco, Millán Astray, Valenzuela, Varela, Primo de Rivera, Yague, Morcardó, Muños Grandes, Martín Alonso, Saliquet, Miaja, Masquelet, Aranda, Batet, Cabanellas, Rojo, Queipo de Llano, Pozas, Dávila, Vigón, Castro Girona, Berenguer, Alonso Vega y varios más, y siempre terminaba con la misma frase: "Eran militares con los huevos gualtrapeados como los osos".
Pero el tío Folla Jergas tenía una espina clavada en el corazón, que le estuvo martirizando toda su vida. La casa de sus padres estaba ubicada muy próxima al cuartel de la Guardia Civil y con varios de los hijos de los guardias fue a la escuela, y es por eso que siendo mozalbete casi a diario se hallaba en el patio del cuartel jugamdo con sus amigotes.
Por su carácter simpático y dicharachero era muy apreciado por los hombres de uniforme y, a veces, estaba bastantes horas con el guardia de servicio de puertas hablando. Y todo fue influyendo para que se enamorase del uniforme y de la vida en el acuartelamiento, así que nada más licenciarse les dijo a sus padres que iba a solicitar el ingreso en el Cuerpo.
Pero no contaba con la oposicion de sus progenitores, sobre todo con el de su buena madre. Era hijo único y no querían estar separados de por vida de su amado hijo. En aquellos tiempos ningún guardia civil podía ir destinado a su pueblo de naturaleza.
Los consejos de su padre y las lágrimas de su madre fueron los motivos por los que el tío Folla Jergas, en vez de ser guardia civil, fuera barbero. Pero como dice el refrán que no hay mal que por bien no venga, los que salieron ganando fueron las gentes del cuartel pues jamás cobró ni un real a nadie, ni a los mayores ni a los infantes por los arreglos del cabello. Toda persona que visitaba por primera vez la barbería se extrañaba que en un lugar preferente del local hubiera una fotografía, de 30 X 40, del Capitán don Santiago Cortés González, el héroe del Santuario de la Virgen de la Cabeza.
Como también es obligado añadir que la primera invitación que salía del cuartel para asistir a los actos del Día de la Patrona era la suya, y que el Capitán le obligaba a estar a su lado, junto al Alcalde y el Juez, presidiendo los actos religiosos y más tarde el ágape en el acuartelamiento. Y era el único paisano que entonaba el Himno del Cuerpo, que se había aprendido de memoria siendo muchacho, y no podía reprimir que las lágrimas surcaran su rostro.
El tío Folla Jergas matrimonió en su pueblo con una bella y aguerrida moza, que le dio 6 hijos: 3 varones y otras tantas hembras. Y mira por donde las dos mayores de sus hijas se casaron con guardias civiles y el hijo mayor ingresó en el Cuerpo y llegó a conseguir las estrellas de Oficial.
El día que falleció el tío Folla Jergas la mejor corona se la enviaron del cuartel. Entre la plantilla se hizo una colecta para adquirirla y en la Bandera que la envolvía se podía leer: "De tus compañeros de Cuerpo".
Por su expreso deseo, dentro del ataúd se introdujo la fotografía del Capitán Cortés y un tricornio. Tal vez para ponérselo cuando se encontrase con el Duque de Ahumada.
Muy divertida la historia del tío Folla Jergas, al tiempo que melancólica.
ResponderEliminarHay mucha gracia,sentimiento y desparpajo en el artículo; todo sea dicho.
Por nuestras vidas han pasado personajes análogos que la juventud mitifica. Pocos tipos arquetípicos van quedando como el barbero, si acaso la propia figura de José María Redondo Tortosa, quien le escribe en su recuerdo.
Cordial
Amigo Anónimo: En los tiempos en los que el tío Folla Jergas respiraba, en su pueblo andaluz, no era él solamente quien se distinguía por algo pues había otros, mujeres y hombres, que se hicieron con un lugar en la pequeña historia por sus peculiaridades.
ResponderEliminar¿Fueron las consecuencias de tantas carencias, de la hambruna, del tiempo que les toco vivir lo que propició su aparición?
Pues no lo pongo en duda. De lo que sí estoy seguro es que ahora, los del botellón, no van a pasar a la historia por su forma de ser y de estar. El desarrollismo, la abundancia, la falta de ideales y de creencias nos está abocando a una sociedad despersonalizada y casi sin futuro.
Que Dios nos coja confesados con lo que se nos viene encima.