
Por Evaristo Pitaluga i Poveda.
Las ciudades se componen de barrios y en cada uno de ellos deben existir Asociaciones de vecinos en las que podremos integrarnos para manifestar nuestras ideas para que la vida social sea confortable y, junto con el resto de vecinos, conformar una mayoría de peso para que se nos pueda oír, para que se nos tenga en cuenta a la hora de hacer política ciudadana.
Y por último, debemos interesarnos por la forma y manera de hacer de quien nos gobierna y administra que, no solo hay que elegirlos cada cierto tiempo, sino que hay que mantener una atención especial sobre su proceder para que se sienta amparado cuando tenga que sacar pecho o dar la cara, al mismo tiempo que es observado para que no caiga en tentaciones improcedentes.
Si llegados a este punto fuéramos capaces de proceder de esta manera, en los foros más lejanos de nosotros, tanto en la Comunidad Autónoma como en el Estado, los políticos actuarían de otra forma bien distinta a como lo hacen. Sabrían que verdaderamente representan y administran a un conjunto de ciudadanos activos y responsables de las realidades cotidianas, y sean conscientes de las dificultades encontradas en el día a día de la representación y administración, no de los intereses de su Partido o de ellos mismos.
Seamos seres humanos, con corazón y sentimientos, sepamos ser madres y padres, hermanos y primos, abuelos y tíos. Subamos un peldaño más y comportémonos como verdaderos vecinos, capaces de ayudar y pedir ayuda, de colaborar por el bien que a todos nos beneficia; queramos ser ciudadanos de verdad, responsables, esto es: capaces de responder ante alguien o ante algo. Tengamos la capacidad crítica y aportar, de exigir pero también de comprender; seamos conscientes de que en muchas ocasiones hay que manifestarse pero hacerlo de forma colectiva y ecuánime. La unión hace la fuerza.
Si no queremos que haya escándalos políticos y financieros, si no queremos que los políticos nos prometan una cosa en campaña y hagan otra bien distinta cuando ocupan el cargo no lo consientas porque entonces serás su cómplice; si quieres que no te engañen, que no se aprovechen de ti, que no te manipulen no permitas de ninguna de las maneras que te manipulen, que se aprovechen de ti, que te engañen, evita que puedan hacer lo contrario de lo que prometieron y oblígales a que cumplan lo prometido, denunciando públicamente estas actitudes si es preciso. Pero recuerda que para poder hacer todo eso, tú solo no puedes, hay que actuar hombro con hombro, todos juntos. Un grano no hace granero pero ayuda al compañero.
En casa, en familia comenta las cosas durante la comida o la cena; en el salón o en la cama. En el trabajo acude a tu representante sindical para comentarle tus opiniones y los problemas del convenio colectivo. Asóciate en tu barrio y conseguirás que no le falte de nada si todos juntos pedís al Consistorio que haga lo que debe hacer para que la urbe sea un lugar digno para convivir y no un conjunto de unidades residenciales aisladas.
Entrevistarte con tu administrador o gestor de lo público para darle tu opinión de las cosas, está bien pero que es ineficaz, es mejor ser reivindicativo y hacer públicas esas reivindicaciones dentro de un entorno asociativo. También hay que filiarse al Partido político que represente tus ideales de sociedad y colaborar en los trabajos cotidianos y extraordinarios; aportar ideas y soluciones y así poder exigir a tus representantes en colectividad, en asambleas y todos a la vez, con una sola voz. Que se sientan arropados para luchar y que vean también que están controlados para no defraudar.
Es la única forma de dejar de ser unidades de producción y consumo y volver a ser seres humanos.
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