Por Leandro García Lozano
Después de haber visto en el canal 24 h. las intervenciones de los diputados de los grupo parlamentarios de Izquierda Plural, ERC, UpyD, CiU y PP, no puedo mantener quietas la manos y por ello, como si actuaran de forma autómata, abren la pantalla de este viejo portátil e inician un nuevo fichero de OpenOffice Writer, que por ser de distribución gratuita no debo temer ser fisgoneado por esos espías que Microsof tiene dispersos en la red para detectar los miles y miles de Offices Word’s ilegales que hay instalados en el mundo, y que por ser de funcionamiento casi idéntico no preciso de aprendizaje. Además, no teniendo instalado un software pirata de la marca antes mencionada, será más difícil que los miembros de los cuerpos y fuerzas informáticas al servicio de las diferentes agencias de información de países desarrollados, husmeen dentro de mi disco duro, o cualquier otro soporte para guardar la información digital. Gracias Linus Torvalds y Richard Matthew Stallman por LINUX y el software libre.
Pero volviendo a lo que íbamos, que perderme por los cerros de Úbeda es habitual en mí, hablaba yo, bueno mejor dicho escribía yo, sobre la intervención del Ministro del Interior y las réplicas de los Diputados y me pregunto, indignado como no, ¿cómo se puede ser tan poco considerado, después de lo políticamente correctas que han sido las intervenciones y se han dirigido al Señor Ministro, los representantes de los grupos políticos de la izquierda verdadera y real, así como de UpyD? Volver a repetirse una y otra vez, seguir en sus trece sin moverse un ápice de su primera intervención e ignorar todo cuanto le han expuesto, es, como poco, una falta de consideración.
Independientemente de lo ocurrido en Valencia donde los miembros de la Policía Nacional se comportaron a mi entender, y al de muchísimos más, al más puro estilo de la extinta Policía Armada (más conocidos por “Los Grises” debido al color de su uniforme) en las manifestaciones de los estudiantes durante la transición, cuando el difunto Manuel Fraga era Ministro de Gobernación y acuñó la famosa frase “La calle es mía”. Independientemente de eso, el Ministro del Interior (ministerio que podría haber eliminado el Presidente del Gobierno por su inutilidad al poder distribuirse sus competencias entre otros ministerios y administraciones públicas) da una lamentable imagen. Falto de diálogo, de credibilidad y de pruebas; posición inamovible, discurso aprendido pero no comprendido (e incluso diría que no compartido), manos atadas y peor que todo ello: faltando al respeto hacia los Diputados (representantes electos de los ciudadanos) menospreciando sus argumentos, poniéndolos en cuestión y, por último, dando la impresión de no estar más enterado del tema que por los informes que otros le han pasado sin haber podido o querido comprobarlos. Eso sería el único eximente que justifique la voluntaria negativa al debate.
El Partido Popular en menos de cien días ya ha enseñado la patita por debajo de la puerta, y sin tener que esperar a los presupuestos generales. Entonces enseñará la cara; la cara dura y rostro cínico, como el que ponen algunos (la mayoría) de los Ministros de Rajoy cuando se dirigen a nosotros, los ciudadanos.
Esta actuación de la Delegada del Gobierno en Valencia y su Jefe superior de Policía, yo que me reconozco ser mal pensado, no era casual. Fue un experimento, una prueba, una medición para comprobar de primera mano donde está nuestro límite para el aguante, la indignación, la rebelión. Saber hasta la intensidad y contundencia con la que pueden llegar a ejercer las cargas contra la ciudadanía, para saber como deben graduar la represión que saben tendrán que ejercer, porque no son tontos y saben que habrá una reacción de los trabajadores, estudiante y desempleados en la calle; cada vez más reivindicativa, más intensa, menos pacífica.
Pero con lo que no estoy de acuerdo con los políticos del Parlamento es en exonerar de responsabilidades a los agentes y cargar solo las tintas en el Jefe de la Policía de Valencia y en su jefa, la Delegada del Gobierno en esa Comunidad Autónoma. Yo también les hago a ellos responsables de la brutalidad empleada. Ellos eran los que podían decidir si dar con más o menos contundencia, o no dar. Incluso desacatar dichas ordenes porque comprendieran que eran desproporcionadas. En España, desde el golpe de estado del 23 d febrero, la obediencia debida ya no es ningún eximente en la responsabilidad a la hora de ejecutar una orden que se considera ilegal o injusta, incluso inmoral. Hoy día todos los que participaron en ese golpe fascista serían juzgados, no solo los oficiales y jefes.
Siguiendo con el comportamiento de los agentes pregunto ¿Los agente que intervinieron no tienen hijos? ¿O es que sus hijos no han pasado frío en la aulas de esos colegios e institutos públicos? ¿Les hubiera gustado que a sus hijos les hubieran aporreado los miembros de la benemérita, si esto hubiera ocurrido en algún pueblo que al ser militares y no funcionarios sí están más presionados para acatar y obedecer las ordenes?
También pregunto. A ellos, como funcionarios que son, ¿no les han rebajado injustamente el sueldo?¿No saben que están al servicio de los ciudadanos y no de los políticos con cargos y responsables en instituciones? ¿Prefieren ir contra sus conciudadanos, como matones y ser los malos de la película? Si siguen así seguro que tiran por suelo la buena imagen que teníamos de ellos y que se han ganado con el tiempo, la confianza y volveremos a verlos como enemigos de la libertad y protesta. La cosa quedará en un solo cambio de color del uniforme respecto a sus antecesores, pero nada más, volveremos a temerlos, odiarlos y despreciarlos.
Pues, si no lo saben, que se enteren porque entre las actuaciones de los Mozos de Escuadra de la Generalidad Catalana, los Policías Nacionales en los desalojos de la Puerta del Sol o del Hotel Madrid, ocupado por los sin techo por la expoliación, llamada desahucio, realizada por los poderes económicos (entidades financieras y mercados) con la complicidad del poder judicial (poder no elegido directamente por los ciudadanos y dependientes de los políticos) y como mano ejecutora, esas fuerzas y cuerpos de seguridad del estado (no de los ciudadanos de ese estado) y, ahora lo de Valencia, muchos ciudadanos vemos al Cuerpo Nacional de Policía y sus miembros, más como enemigos que tenemos enfrente que aliados protectores que tenemos delante.
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