LOS CICLOS.

Por Evaristo Pitaluga i Poveda

Hace cuarenta años viví en primera persona los disturbios, como así los calificaba la prensa de la época controlada y manipulada por el Ministerio de Información y Turismo. Hoy revivo los mismos disturbios pero con matices.

Hoy la censura de la información la establecen los propios directores de las publicaciones, más o menos adeptos ideológica o económicamente con el gobierno de turno.

Hace cuarenta años viví en primera persona los disturbios callejeros para reivindicar la libertad de expresión e información, acaparada por el gobierno. Hoy esa libertad de expresión e información está en manos de los editores de los distintos medios de comunicación cuyos propietarios buscan una rentabilidad económica o una rentabilidad subvencionada por el poder político vía subsidio por publicidad institucional.

Hace cuarenta años viví en primera persona la persecución de los grises, sus porras, sus insultos, sus despropósitos, sus algaradas mutuas para dar más y mejor. El olor corporal a sudor de macho, varonil y brutal, provocado por la sudoración generada por las carreras y el quemado de unas grasas acumulas en las cantinas de las comisarías o bares de la esquina. Una mala “hostia” descargada con la porra. Una incapacidad de comprensión y una ceguera generada por la obediencia debida. Hoy esa obediencia debida ya no es una eximente, señores policías. Que el día que alguien les denuncie, esa artimaña de la dictadura, en una democracia ya no es eximente. Modérense.

Hace cuarenta años manifestarse estaba mal visto por el gobierno. Decían: Esos rojos, masones, terroristas, inconformistas.

Hace cuarenta años o estabas con el gobierno o estabas al otro lado de la ley.

Hace cuarentas años peleábamos por una libertad de expresión, derecho de elección, posibilidad de organización y representación. Y triunfamos.

Hoy nos movilizamos para no pasar hambre, por no permitir el expolio, la usura, el hurto y la rapiña.

Hace cuarenta años luchábamos contra un régimen político. Hoy debemos luchar contra otro régimen peor: el régimen económico de los mercados. El capitalismo puro y duro. El liberalismo a la más vieja usanza.

Incluso peor porque en el siglo dieciocho, para evitar que el quehacer de la administración del estado estuviera influenciada por la ideología y servilismo político del partido en el gobierno, se inventaron al funcionario, capaz, competente, cualificado y riguroso; pero hoy se lo quieren cargar. Seguro que para facilitar la gestión y tener al empleado público a imagen y semejanza del gobierno de turno, sin que les ponga trabas.

Creo que es verdad que la historia se repite y por no estudiarla de forma correcta y con prismas políticos adecuados, no interesados, estamos condenados a repetirla. Es cuestión de ciclos.

Amigo Leandro, tiene más razón que un santo pero para muchos progresistas y conservadores tu leguaje les asusta y repele. Hay que encontrar la solución como lo hacen las tribus indígenas. Los mayores por su sabiduría y experiencia diseñan la estrategia y aconsejan, los jóvenes gracias a su fuerza y agilidad combaten. Hoy por hoy o solo hay viejos o solo jóvenes.

Lo que está claro es que estamos en pie de guerra. Seamos inteligentes, diseñemos bien las estrategias, unámonos como una piña, usemos la estrategia de los romanos con la escuadra en formación de tortuga. Sepamos asignar a cada uno lo que cada uno es capaz de hacer. A los fuertes, la calle; a los que saben hablar, el micrófono; a los que saben investigar, las hemerotecas e internet; a todos, la lucha.

Seamos correcto organizando manifestaciones, marchas o aglomeraciones.

Mostremos nuestras únicas armas, nuestras manos y nuestro discurso. Que todas estas manifestaciones no caigan en el olvido como en Grecia o Portugal. Demos paso a los intelectuales y no a los maleantes.

Hagamos de esta lucha, la lucha. Esta es la oportunidad para ponernos a nivel europeo y poder impedir que se nos trate como un trozo de la sub Europa. Hagamos entre todos un punto de inflexión para conseguir que los gobiernos nos respeten por lo que somos, votantes inteligentes y no votantes aborregados.