Siempre
he sentido una especial impotencia a la hora de leer, opinar o
escribir sobre Venezuela y más concretamente sobre el presidente
Chávez. Es tanta la basura que se vierte sobre él, falsa en el 90%
de los casos y tan grande el silencio de lo mucho o poco bueno que
pueda hacer que uno siempre va contracorriente si trata de valorar su
política o su alternativa bolivariana.
Confesada
nuestra posición y dado que no soy un experto en temas
internacionales (pese a osar escribir en un diario venezolano como es
el Nuevo Día de Falcón), me remitiré a dos opiniones diferentes y
-para mi- muy significativas: Una del Diario.es y otra del COR de
Cádiz.
- En la primera, Ignacio Escolar resume en 20 cuadros “los 14 años en el poder de Hugo Chávez en Venezuela a través de los datos brutos y sin adjetivos que hablan por sí solos que Venezuela no solo no va tan mal como nos la pintan, sino que “es el quinto país exportador de crudo del mundo y el primero en reservas”. http://www.eldiario.es/escolar/Venezuela-Hugo-Chavez-punado-graficos_6_86151394.html. Y eso que aunque destaca diversos claroscuros (reducción de la pobreza, mejora en la educación y en la sanidad, o reducción del paro, por un lado, y aumento de la criminalidad, caída de la bolsa, o descenso de inversión extranjera, por otro), y aunque trata de desmotar algunos tópicos, como que Venezuela es un país con un gasto militar desmesurado, no creáis que aporta una radiografía completa pues entre otras cosas omite todos los datos sociales que proporcionan organismos como UNESCO, CEPAL o UNICEF, como por ejemplo la reducción de la pobreza a la mitad según la CEPAL (la ONU latinoamericana) o el acceso a la sanidad pública, la alimentación o la educación universal,
- En la otra, el comunicado del gaditano Comité de solidaridad “Oscar Romero” que reproduzco íntegro dado que dicho texto no lo he visto aún publicado en internet y con el que, además, me identifico plenamente, por lo que con su permiso, he parafraseado su mismo titular.
EL ROSTRO OCULTO DEL PRESIDENTE CHÁVEZ
Por el Comité Oscar Romero de Cádiz. España
De
todos es sabido, que cuando los grandes medios de comunicación se
empeñan en mejorar la imagen de una persona, es fácil conseguirlo.
Y que cuando quieren desprestigiarla, tampoco les es difícil
lograrlo. El poder de los medios es incuestionable y no en vano, la
clase política ansia tanto su uso y control.
Cuando
esta hegemonía informativa es controlada por el poder económico,
como es normal en los grandes medios (“Los grandes medios, o los
medios de los grandes” que decía Pedro Casaldáliga-), la verdad o
realidad que se vende es la que interesa a estos poderosos. Se
podrían evidenciar, a diario, innumerables ejemplos donde se venden
mentiras por verdades, se ocultan incómodas realidades, se falsean
hechos inculpadores y se priorizan o subrayan noticias “basuras”
e intrascendentes, ante otras relevantes, que se invisibilizan. Basta
con sesgar la información, ya que el mundo es tan complejo en sí,
como para inducir o confundir al personal. Decía Malcon X: “Si no
estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al
opresor y odiar al oprimido”.
Tal
es el caso de Hugo Rafael Chávez Frías. Los grandes medios de
comunicación están continuamente ametrallando al presidente
venezolano con adjetivos malintencionados como: “Tirano”,
“payaso”, “populista” o “dictador”, entre otros, y con
viles reproches siempre fundamentados en falsas noticias o
manipulados acontecimientos, desde los sucesos de Puente LLaguno
(que, para mayor disparate, llegó a concedérsele un célebre premio
español, al autor de una fotografía trucada sobre dichos
incidentes) hasta la “prohibición de actuar en Venezuela al
cantante español Alejandro Sanz, pasando por “vetados dibujos
animados”, el conflicto de RCTV, la aireada “compra de armas” y
un sinfín de mentiras, perversos montajes periodísticos,
tergiversación de declaraciones y de sibilinos eufemismos que
ocultan la verdad. Todo ello, orquestado, con el propósito de
desacreditar personalmente al notable presidente. Críticas
totalmente alejadas de la realidad, si se observan sus hechos y las
consecuencias, que es lo que demuestra, mejor que las palabras, los
verdaderos valores de una persona o de una institución.
El
periódico español “El País”, por ejemplo, uno de sus más
interesados detractores, publicó entre el 15 de Enero y el 15 de
Marzo del 2008, 142 artículos sobre Venezuela, es decir, una
cobertura asombrosa de 2,4 comunicaciones diarias. De estas
publicaciones 5 fueron editoriales y 21 artículos de opinión, todos
ellos con una tendencia claramente negativa y contraria al gobierno
venezolano.
Escribe
Pascual Serrano en su excelente libro: “Desinformación. Como los
medios ocultan el mundo”: “Cuando los medios deciden
estigmatizar y criminalizar a un gobernante, la primera medida es
convertirle en noticia constante. Es la política informativa del
silencio/portada, que consiste en mantener en la agenda al que hay
que desprestigiar y silenciar al gobernante dócil, aunque en
realidad lo que se silencia son sus políticas y cualquier
movilización o crítica que haya contra ellos por parte de los
ciudadanos de ese país. Basta comprobar que los españoles nunca
habían recibido tanta información, y reconocido de forma tan
familiar, a un presidente venezolano o boliviano, como ocurre ahora
con Hugo Chávez o Evo Morales”.
La
presencia continua de un país en la actualidad informativa logra
hacer llegar a las audiencias una imagen de crisis, conflicto o
inestabilidad. Merece la pena observar las temáticas que llevaron a
Venezuela a ese protagonismo y plantearse cuál hubiera sido la
cobertura si, esos mismos asuntos, se hubiesen producido en otros
países. Los grandes medios, cuando quieren, templan el fuerte viento
donde se producen tempestades y azotan las mayores tormentas donde
existe la calma.
Si
analizamos con detalle los “escándalos” por los que Venezuela es
protagonista en los medios de comunicación, llegaremos a la
conclusión de que siempre se trata de cuestiones y asuntos
cotidianos y comunes en otras naciones, y, sin embargo, se convierten
en crítica, crisis política, indignación o burla hacia el país
que gobierna Hugo Chávez. Cuando se quiere o interesa, todas las
razones buenas son malas y buenas todas las razones malas. Por eso,
estos medios, hablan del presidente de un país tal como este “trata”
a sus empresas patrocinadoras. Dinero o plomo, o te vendes o te
reprimen, Estos grandes medios están más interesados por obtener la
adhesión que por buscar la verdad, por ello, cuando cualquier
elemento se rebela contra este sistema agónico, reaccionan con
cólera, odio y hasta con instintos de muerte.
¿Quién
va a dar lecciones humanas y democráticas a este excelente personaje
mundial comprometido, hasta el último suspiro, con su pueblo,
Latinoamérica y la dignidad humana y, que sin duda, la historia
pondrá en su lugar? ¿Ese salvaje capitalismo neoliberal con sus
radios de mercado total, de lucro omnímodo, de macrodictadura
económica y cultural, de los terrorismos de estado, del
fundamentalismo financiero, de la devastación ecocida de la Tierra,
del agua, de la floresta y del aire. Como dice Pedro Casaldáliga?
Esta
política social insolidaria que está padeciendo, como consecuencia
de la “crisis sistémica”, gran parte de la ciudadanía
occidental, es la misma que azotaba a gran parte de la población
venezolana hasta que llegó Chávez a la presidencia. Los recursos
obtenidos por el petróleo que, escandalosamente, antes se apoderaban
las élites del país, los bancos y las transnacionales petroleras,
ahora son canalizadas, a través de las Grandes Misiones Sociales, en
cubrir las necesidades básicas del pueblo y, también, al desarrollo
de la nación.
Instituciones
internacionales como la ONU, la UNESCO o la CEPAL, entre otras,
reconocen los grandes logros que el presidente Chávez ha conseguido,
durante estos doce años de gobierno, en materia de reducción de la
pobreza ( del 69% al 18%, siendo el país menos desigual de todo
Sudamérica y el Caribe), de educación ( 5ª nación en tasa
universitaria a nivel mundial), salud, vivienda, alimentación,
mejoras sociales, así como significativos progresos agropecuarios e
industriales e importantes avances en soberanía popular o en
democracia participativa. Ósea, en verdaderos valores democráticos.
Decía
George Orwell: “En tiempos de engaño universal, decir la verdad se
convierte en un acto revolucionario”.
Una
persona, una institución demuestra su grandeza en la forma que trata
a los últimos. Esta es la gran verdad del presidente venezolano
frente al codicioso capitalismo que, con las difamaciones de sus
grandes medios, quiere perentoriamente ocultarla.
Los
primeros y más fundamentales derechos humanos son los de la
alimentación, la salud, el techo y la educación que, para su
querida patria venezolana, ha significado el norte de su
gobernabilidad, pero tampoco interesan los grandes patriotas que, por
encima de los beneficios económicos del eje central mundial, elevan
los intereses de su pueblo. Los diferentes apátridas al servicio de
este eje son llamados “demócratas”, por los conducidos medios de
comunicación, mientras que los concienzudos gobernantes que preceden
la felicidad de su pueblo, son tildados de “dictadores”. Estos
términos de “democracia” o “dictadura” que, según convenga,
son utilizados como valores o depreciaciones universales, se
encuentran bastante denostados por aquellos que, precisamente, tanto
se jactan de pronunciarlo.
Los
grandes medios privados de comunicación de Venezuela, que suponen el
80% de la oferta informativa, todos al servicio del eje central
económico, se convirtieron en el principal partido de la oposición,
ya que no sólo apoyaron sino participaron, en el golpe de estado
orquestado mezquinamente desde el exterior, contra el presidente
venezolano, al igual que en el vándalo paro petrolero (conjuración
y planteamiento análogo al sufrido por el presidente Allende y,
curiosamente, con el mismo embajador estadounidense) que, para
Venezuela, supuso unas pérdidas superiores a los 20.000 millones de
dólares.
¿Quiénes
son los verdaderos apátridas, dictadores y tiranos? ¿Esos medios
venezolanos que, alineados con el principal enemigo de la Nación,
confabulan continuamente contra el presidente, elegido
democráticamente por su pueblo, para entregar los recursos y
soberanía de Venezuela a ese enemigo? O ¿Esos gobiernos de Chávez,
cuyos únicos propósitos han sido los de invertir esos recursos
entre sus legítimos dueños, conseguir la soberanía venezolana y
aglutinar el sueño latinoamericano de Bolívar?
Los
distintos gobiernos de Chávez han apostado, no sólo, por un
intercambio solidario con otros países latinoamericanos en situación
de mayor pobreza, que esa debería constituir la política económica
a nivel mundial, sino que, incluso, han abanderado la implantación y
profundización de alianzas regionales de tipo comercial,
alimenticio, productivo, cultural, informativo, monetario… para
combatir esa dinámica centro-periferia que mina la independencia de
Latinoamérica, a la que tanto tiene derecho, y, a la que tanto, se
ha opuesto el poder económico mundial sediento por continuar
expoliando sus recursos y extinguiendo sus culturas.
La
revolución Bolivariana, por lo que de igualdad, libertad,
fraternidad y sentido puede aportar a este desbocado, injusto,
codicioso y ciego mundo capitalista, se ha convertido en su peor
enemigo, porque destapa todas sus miserias y sinrazones. Es por ello
que, a través de la brutalidad de sus omnímodos altavoces, lanzan
toda su fatua contra aquello que pueda suponer un horizonte de
esperanza universal, basado en la repartición de los bienes. Ellos
desechan la felicidad universal que supone la casa común, donde sólo
existe una gran mesa compartida.
Toda
la perversidad que encierra esos, sibilinos o descarados, ataques
exteriores o interiores sobre el proceso Bolivariano y su precursor
Hugo Chávez, no deja de representar un crimen organizado contra una
alternativa de bienestar para Venezuela, Latinoamérica y el mundo.
Arden
los fuegos de la inquisición contra todos los que se alcen con el
crucifijo de los Derechos Humanos, enaltezcan la mística de la
igualdad, prediquen que la libertad es un derecho universal y que
luchen por llevar la felicidad a todos los rincones del Planeta.
Ellos,
que han sustituido al Dios del amor por el becerro de oro, tampoco
permiten que Hugo Chávez reivindique este invencible valor
universal, como es el amor cuando nace de la Justicia y la
solidaridad.
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