Las Mellizas (George Apperley óleo 1950) |
Había llegado la Navidad de 2009 y el Tío Frasquito, con su esposa, se personaron en casa de su hijo para cenar. El día 24, desde que su hijo se casó, se reunían ambas familias y cenaban juntos; había armonía y concordia, paz y amor, como no podía ser de otra forma.
Allí permanecían hasta pasadas las dos de la madrugada; jugaban con sus dos nietos -la alegría de sus vidas- y su hijo los reintegraba en su vehículo a su domicilio.
El día 25 por la mañana se solían reunir en casa de su consuegro alrededor de 40 personas, entre grandes y chicos, para desayunar (forrico, chuletas a la brasa, embutidos varios y buen vino), cantar villancicos y pasar la mañana todos juntos.
El Tío Frasquito era el único que no tomaba nada en absoluto. Su desayuno era un vaso de leche con nescafé y una docena de galletas, y como no bebía alcohol ni tenía costumbre de comer a una hora tan temprana, iba para acompañar a la familia y pasar un buen rato con sus hijos, nietos, consuegros y los hermanos, cuñados, cuñadas y sobrinos de estos.
Otra de las cosas en las que el Tío Frasquito era diferente al resto de comensales es que era el único que fumaba y, claro está, en aquel recinto con tantas mujeres, hombres y, sobre todo pequeñajos, no iba a encender el cigarro, lo hubieran crucificado las madres y con toda la razón.
Así que cogía el portante y salía a la calle, encendía un cigarrillo y lo saboreaba con delectación; mientras lo consumía apareció en el balcón de su casa, situada frente a la de su hijo, Manolo el escayolista, buen amigo y hombre cabal; se saludaron y desearon felices Pascuas. Hablaron de algunas cosas intrascendentes y se despidieron.
Sin saber como ni porqué le vino a la memoria el sujeto que más asco le daba de todos los habitantes de Almansa; a pesar del tiempo transcurrido desde que supo las guarradas que este tipo hizo a su amigo Josemari, no podía olvidarlas y lo tenía atragantado.
Se había hecho infinidad de veces las mismas preguntas: ¿Cómo es posible que una persona que se dice cristiana, cometa tantas iniquidades? ¿Cómo es posible que un hombre que no ha dejado títere con cabeza, tanto por escrito como de palabra, insultando, injuriando y falseando la verdad quiera que se le respete su buen nombre y su prestigio? ¿Cómo puede hablar de prestigio un hombre con este historial?
El prestigio, señor suyo, hay que ganarlo a diario con buenas obras, con honradez, con generosidad, con sinceridad, con amabilidad, con hombría de bien y usted ha hecho todo lo contrario, ha difamado, ha injuriado, ha mentido, ha insultado a mujeres y hombres con el más absoluto desprecio a la honorabilidad de esas personas ¿Cómo puede pedir ahora que se le respete su, para usted solamente, prestigio?
Además de asco, este sujeto le causaba honda pena al Tío Frasquito. Sabía, porque lo conocía bastante bien, que su mente funcionaba a piñón fijo, que era incapaz de reconocer sus errores y que jamás pediría perdón por sus muchas tropelías ¿Qué podía hacer entonces?
Ya lo tenía decidido: olvidarlo por completo, no volver a citarlo en ninguno de sus escritos, a ver si de esta forma conseguía que se comportara como una persona de bien, que no volviera a incurrir nuevamente en sus exabruptos y críticas desaforadas porque de lo contrario no iba a callarse, le iba a volver a decir todo lo que se le antojara.
Fueron muchas las veces que sus amigos del Cafelito le habían aconsejado que olvidara a este sujeto, que no le hiciera caso, que con responder a sus difamaciones y asquerosidades no iba a conseguir nada, pero pensaba que si callaba era peor y recordaba la famosa frase SI EL MALO GANA ES PORQUE EL BUENO CALLA.
Por lo menos había conseguido algo positivo, y es que muchas personas que conocían y que creían a este fulano un hombre de bien, se dieran cuenta que estaban equivocadas, que no era lo que ellos creían. Algo es algo y menos da una piedra.
Así es que ya lo sabes, tío feo de los cojones, a partir de la publicación de este artículo has causado baja en el escalafón de los criticables, aunque no en el de los aborrecibles. Ya no aparecerá jamás en este foro el apodo con el que distinguió el Tío Frasquito, pero cuidadín, no resbales que sigues en el punto de mira.
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