Poemas ripiosos eróticos-irónicos-festivos (XXVIII)

Amadísimos lectores: Lo prometido es deuda y aquí va la segunda parte de nuestro poema ripioso.

Hemos recibido, en nuestro correo electrónico, cientos de mensajes, laudatorios unos, adversos otros y hasta uno del Tonto del haba que nos dice que estamos más idos que el garbanzal del Tío Chito, que se fue hasta la correhuela.

Como este personajillo no es santo de nuestra devoción, no le hacemos ni puto caso porque sabemos que lo que tiene es mucha envidia, no ya por la facilidad que tenemos para componer versos, sino por la fortaleza viril de mi menda. Y si no que se lo pregunten a Teresa.

Y nada más, aquí les copio la segunda parte, que espero sea de su agrado. Que les aproveche.

LAS VACACIONES DE LOS VIZCONDES.
(Segunda parte).

Por el Vizconde de la Pitusa y la Vizcondesa de la Pepitilla.

Dos o tres horas al día se tira frente al espejo y arma la de Matías cuando ve tanto pellejo. Pero entonces entro yo y le acaricio las tetas, le mordisqueo algún pezón y le salen las chapetas. Se pone la dentadura, se muestra tierna y melosa, quiere ponérmela dura y se fastidia la cosa. Porqque la verdad sea dicha a mi me la pone tiesa, cuando me coge la picha, nuestra criada, Teresa. La contraté porque está más buena que el pan tomaca; nunca se niega a follar y me pirra su petaca. Cada polvo se lo pago con billetes y al contado y lo que después le hago me deja casi atontado. !Ay! Vizconde, !Ay! Vizconde me dice la Teresita cuando a mi cita responde quitándose la braguita. En la cama y ya desnuda, la miro de arriba abajo y al estar tan cojonuda se me endereza el vergajo.

Se porta como una loba y folla en cualquier postura; bajo un pino o en la alcoba Teresa no tiene hartura. Y aunque alguno no lo crea no necesito pastilla. Soy el mejor de la aldea como Iniesta en Fuentealbilla. Ya que cité al futbolista, albaceteño de pro, diré que mi esposa es lista y me observa el pistolón. Pues con ella no hago nada y a diario antes lo hacía; no concibe esta parada y cree que hay otra tía. Pero antes que ella se entere que me tiro a la Teresa y me cante el Miserere la señora Vizcondesa, le diré que esto se acaba, que dos meses han pasado y espera el Tonto del haba, supongo que mosqueado, pues le mandé una chilaba y un Fez con borla y rosado. Te lo juro Vizcondesa, yo no sé lo que daría por ver al Tonto del haba cortejando a la Teresa y soltando tanta baba que llenar podría una artesa. Un tonto nunca se acaba aunque sea de Montesa, de Pinos Puente o Manresa, de Bonete o Calatrava.