Poemas ripiosos eróticos-irónicos-festivos (XLI)

SONETOS DE CHOCHO Y NABO.
Para dos Pepes y un Juan.

Por el Duque de Pollargol y la Condesa de Nabocol.
(Quinta entrega)

XIII Y cogiendo el petate me marché para trabajar en lo que saliera, estando varios días a la espera y el hambre me empujó hasta un burdel. El dueño del local me quiso ver en pelota picada en la bañera, después me tendió sobre una estera y me enseñó lo que tenía que hacer. Por la comida me estuvo follando, que era el peaje de la primeriza, y lo aguanté porque me convenía. Y comencé a fornicar cobrando y cada día era una paliza porque con casi todos me corría. XIV Lo comenté con una compañera, que estaba en el oficio varios años, como tenía que hacer los engaños cuando un tío la polla me metiera. Tenía que gritar como una fiera, como si me follaran diez rebaños, subiendo poco a poco los peldaños hasta que el fulano se corriera. Que fuera muy alegre y cariñosa, con la boca y el chocho bien lavados y nunca me negara a una postura. Que en la cama fuera como una osa así me los tendría conquistados y nunca perderían la compostura. XV Estuve varios años fornicando y supe ahorrar algunas pesetillas, producto de unas treinta mil chorrillas que día tras día me las fui tirando. Como el trabajo me seguía gustando compré una casa con camas y sillas, busqué a una docena de chiquillas y al día siguiente ya estaban follando. Al polvo le cobraba un porcentaje que estaba entre el treinta y el cuarenta del importe que el fulano pagaba. Y el montante de este corretaje día a día lo ingresaba en una cuenta que buenos intereses me abonaba.

William Santillo
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