La politesse

No soy conocedor apenas – ahora con pena – de las presentaciones de reinas y abanderadas en el Regio, ni en directo ni en indirecto, y menos completas. El otro día, sabado 9 – Abril -2011, pude y quise ver algunos momentos de tal acto tan importante y trascendente para los almanseños de pro y menospro. Fue entrar por TVA - ¡cómo sería en directo! - en ese escenario majestuoso, y quedarse uno colgado, embutido en belleza, en entretenimiento y diversión, y todo filtrado en sentimientos expresados por las personas protagonistas. ¡Con qué finura, galantería y compostura exquisita se movían cadenciosamente metidos de lleno en el papel consentido, en ese marco impresionante. La música, magnífica, conocida y clásica, ambientaba y calaba en todo el recinto.

Original, genial, ¿a quién se debe el guión? ¡Qué idea! Hacer una mezcla heterogénea de una corte francesa deciochesca con toda su opulencia y grandeza, con la proclamación de las reinas festeras de distrito y la reina Mayor de una pequeña ciudad!
Un espectáculo con muchas sensibilidades: desde la elegancia rococó francesa en dialogos y movimientos amanerados, al humor menos burdo y chavacano por la entonación del amariconado cortesano franchute que se asemejaba a las acometidas de las vedettes de revista con el respetable público, y casi siempre relativo a los bajos y las calenturas libidinosas.
¡Cuanta belleza de época y dorada actual reunida en poco espacio! Qué exquisitos modales los de los acompañantes, saludando, besando, abrazando, dando, sosteniendo y siempre atentos en las atenciones a su dama. ¡Qué agradables son los buenos modales! Los imagino trasladados al menos el repeto y consideración en la vida real, fuera de la fantasía de unos momentos sublimes.
El concejal que será saliente dejó en el ambiente una muy sentida despedida que traslucía sinceridad con saber estar.
El alcalde mostraba que había cambiado su típica camiseta negra por la formal chaqueta oscurísima elegante y acorde para la ocasión. Alternaba la formalidad de sus oraciones y loas, con alguna que otra expresión y modo “de andar por casa”.
A la mantenedora no tuve la ocasión de verla ni escucharla. Según me dicen estuvo escueta, rememorando visiones y alabando no tanto a la ciudad (física) como con sobrada compensación a sus gentes.
El que hacía de pequeño Mozart fue sorprendente, parecía increíble hasta oírle y dejarse llevar.
Extrtaordinarios los cantantes: tenor, soprano y barítono, que le dieron al acto un empaque de mucho y alto tono.
¡Qué derroche, de luces, músicas, flores y sentimientos que se desbordaban y contenían en un flujo y reflujo incontenible.
Estas fueron algunas impresiones (descritas a teclazos rápidos) que se quedan pasado un tiempo de reposo. Hubo muchas más a buen seguro; con este escrito hago por mi parte un ínfimo homenaje de lo que se merecen a todos los que hicieron posible esa noche íntima y extensa, en definitiva fantástica.
Por cierto imbuidos, como estamos o nos han empapado, de tintes de Igualdad (que hasta tuvimos ¡un Ministerio!); ¿por qué los varones no pueden ser reyes de Fiestas, y se limitan a ser meros acompañantes. ¡Tamaña desigualdad!. Esperemos que esta desigualdad de género, esta distorsión, se corrija o arregle sin tener que crear otro ministerio reformado de Igualdad.

Cortesmente
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