Artículos opinión
martes, 17 de mayo de 2011
Restaurante la Peña: Un día especial mal atendido.
El pasado día quince de mayo decidimos celebrar mi esposa, mis hijos y yo, nuestro vigésimo tercer aniversario de boda y acordamos ir a un restaurante a comer. Recordé que a mi padre le gustaba ir a La Peña, en Campello, con quien fui en dos o tres ocasiones; incluso yo mismo, acompañado de otros matrimonios amigos, he ido hace algunos años. Tenía buen recuerdo del establecimiento por la calidad, el buen servicio y el menú, o sea, del restaurante en general.
Sabía que no era especialmente económico pero recordaba una ensalada de salazones excepcional, gambas cigalas y langostinos (que si bien no te hartabas si quedabas satisfecho) y de principal un arroz a banda que estaba casi tan rico como el que hacía mi padre.
Pues eso, el sábado, al caer la tarde, llamé para reservar mesa y el domingo, a eso de las dos y media estábamos sentados alrededor de una mesa. Ya a la entrada empecé a sentir malas sensaciones; había mucho ruido, mucho escándalo y todos iban muy deprisa generando una sensación de estrés que hacía que te sintieras incómodo. Como si quisieran que terminaras pronto para dar más rotación a las mesas. Nos sentamos y rápidamente nos preguntaron que queríamos beber y nos explicaron el menú típico de la casa. Aceptamos y ya empecé a mosquearme porque no me preguntaron si quería vino y no me trajeron ninguna carta de vinos para elegir, habida cuenta que nos explicó que la bebida no estaba incluida en el menú.
La primera en la frente. De esa ensalada suculenta que recordaba nada de nada. Un plato ovalado, mediano, con un huevo duro en cuatro porciones, doce cuartos de tomate pequeño, seis olivas manzanilla, un puñadito de zanahoria rayada, un puñado de lechuga y cuatro trocitos de un solo tipo de salazón, me parece recordar que era “Toñiza de Zora” y digo me parece porque mis hijos, que están creciendo, dieron buena cuenta del salazón tan pronto aterrizo la bandeja en el mantel. Malo, malo, le comenté a mi señora.
Menos mal que con el ajo-aceite y un cestillo de pan, ellos pudieron saciar su apetito. Otra cosa que no entiendo es que un establecimiento de esa categoría no tenga formado a su personal en cosas tan sencillas y difundidas como es el tema de la enfermedad celíaca por intolerancia del gluten y, por ello, cada vez que preguntábamos (caso del ajo-aceite) al camarero tenía que ir a la cocina y preguntar. Al menos a la segunda pregunta podía haber salido el responsable de cocina, o de salón, y haber aclarado todas las dudas de golpe (como así ocurre en otros restaurantes de la misma categoría).
Salen las cuatro cigalas rodeadas por las doce gambas hervidas, no muy grandes, en una bandeja al centro. Eso sí, exquisitez lo de las gambas. De las cigalas habrá que preguntar a mis hijos que se las comieron todas, hasta las pinzas. Ciertamente exclamaron “… papá que ricas y que buenas, de cine …”. Ahora empieza lo malo. Aparece una paellera con arroz a banda y nos la muestra un camarero, que no es el que nos atendía habitualmente, dejándola después en una mesa de servicio. Mi mujer y yo, extrañados, nos miramos y nos preguntamos: ¿No faltan las gambas a la plancha? Dándose cuenta el camarero que nos servía se apresuró para que el anterior no nos sirviera el arroz, a lo que ya se había dispuesto cucharas en mano y montón de platos en formación. Le advirtió que faltaban las gambas. Ceso en la actividad y el arroz a banda quedo allí humeante, aburrido y abandonado.
Pasó una Sra. que parecía la jefa de salón y le dijimos que el arroz estaba enfriándose y pasándose, para que se interesara y lo pudieran servir a otra mesa antes que se echara a perder, en espera que termináramos la docena de gambas a la plancha que estaban recién llegadas. Paso el camarero y le repetí que el arroz estaba echándose a perder y nada, como quien grita al viento.
Entre tanto, otro camarero al ver los vasos vacios se intereso por si queríamos alguna bebida. Le pregunté si tenían vino blanco en botella de 3/8 o ½, afrutado, semi dulce o seco y me respondió que lo vería; nunca más se supo. El camarero que nos sacó el arroz a destiempo preguntó otra vez por la bebida y repetimos lo anterior. Yo cerveza porque aun pegando poco con el arroz a banda, como me parecía que tampoco lo iba a disfrutar por frio y pasado, daba igual y al menos estaría fresca.
Terminadas las gambas nos sirvieron el arroz después de hacer caso omiso a las nuevas quejas por frio y pasado. Lo probé y efectivamente estaba frio y pasado quedando en el plato excepto las dos cucharadas de “trasteo”. Mis hijos, hambrientos ellos, se hicieron con el suyo y el de la madre. El mío quise que quedara en el plato para comprobar si les importaba o no que un comensal dejara la comida en el plato casi sin tocar. Efectivamente, pasaron elásticamente, recogieron los servicios, menos el mío incluso teniendo los cubiertos indicando que había finalizado. Tomaron nota del postre pero como mi esposa y yo estábamos más cabreados que un mono, no quisimos ya ni agua; el celíaco tampoco porque fruta no le apetecía y el camarero fue incapaz de informar de los helados que podía tomar (el resto de postres los descartó por no fiarse y directamente dijo que no podía tomarlos) y tan solo el goloso del mayor pidió un suflé. Entonces retiraron mi cubierto sin preguntar nada de nada. Cuando nos trajeron el postre pedí la cuenta.
A la hora de pagar, y como lo hiciera con tarjeta, apareció un señor al que le explique todo cuanto había ocurrido; me escuchó paciente y estoicamente y al finalizar me dijo que sabía que no era excusa pero que tenían una comunión y que iban un poco …; yo le interrumpí y le reafirmé que efectivamente no era excusa, que si no disponían de infraestructuras para ello deberían haber elegido entre la comunión y cerrar el restaurante o no celebrar comuniones y tener el restaurante abierto. Me dijo que tenía que haberle dicho a él lo del arroz, ¿pero cómo? ¡si no sabía quién era ni donde estaba!, que se podía haber hecho nuevamente el arroz porque mientras nos tomábamos las gambas a la plancha daba tiempo, que si patatín, que si patatán. La cuestión es que nos pidió disculpas y nada más.
Otro detalle que vi y no me gusto, es que tanto el servicio como la señora que controlaba el salón, iban a las mesas de los que, tal vez, fuesen clientes amigos o habituales, interesándose por todo, por si estaban a gusto, si estaban bien, etc.. A nuestra mesa no se acercaron más que a preguntar si queríamos bebida y para servir, ¡interesarse por nuestra opinión, interés o simplemente por si estábamos a gusto! nada de nada por nada; así creo que nunca conseguirán que nos hagamos clientes habituales los que vamos por primera vez ¿No?
Mal día de aniversario, mala comida y casi doscientos euros a la basura porque el restaurante tiene un precio caro, que si te atienden bien y sales contento lo pagas a gusto pero para mí fue una clavada, se salvo la calidad del marisco pero no se salvo tampoco la cantidad, clavada y muy, pero que muy mal atendido.
4 comentarios:
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Editoriales
Perlas en la web que llegan a nuestro correo-e
Hubo tiempos en que las condiciones laborales y sociales eran leoninas e inhumanas. La sociedad debería tener la valentía de pedirse perdón por haber permitido que ocurrieran determinados acontecimientos:
- Contrato laboral
- Modos y maneras de conducta
POLITICOS ABUSONES
¡¡¡INDECENTE!!! ¡¡ESTO SI QUE ES INDECENTE!!
Ha dicho la Presidenta de la Comunidad de Madrid que es indecente que mientras la inflación es -1%, los funcionarios además de tener plaza fija, tengan una subida salarial del 5% (gran mentira por cierto).
Me gustaría transmitirle a esta Sra. lo que considero indecente.
Indecente, es que el salario mínimo de un trabajador sea de 624 €/mes y el de un diputado 3.996 pudiendo llegar con dietas y otras prebendas a 6.500 €/mes.
Indecente, es que un catedrático de universidad o un cirujano de la sanidad pública ganen menos que el concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera.
Indecente es que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca, (siempre por unanimidad de todos los partidos, por supuesto y al inicio de la legislatura).
Indecente es comparar la jubilación de un diputado y el de una viuda.
Indecente, es que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste con siete y los miembros del gobierno para cobrar la pensión máxima solo necesiten jurar el cargo.
Indecente es que los diputados sean los únicos trabajadores (¿?) de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo del IRPF.
Indecente es colocar en la administración miles de asesores, amigotes con sueldos que ya desearían los técnicos más cualificados.
Indecente es el millonario gasto en mediocres TV creadas al servicio de la pervivencia en el trono de políticos más mediocres.
Indecente es el ingente dinero destinado a sostener los partidos aprobado por los mismos políticos que viven de ellos.
Indecente es que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer su cargo (y no digamos intelectual o cultural).
Indecente es el coste que representan a los ciudadanos sus comidas, coches oficiales, chóferes, viajes siempre en gran clase y tarjetas de crédito por doquier. (Tenemos más coches oficiales en España que entre Francia , Alemania y EE.UU. juntos ... alucina).
Indecente es que sus señorías falten de su escaño en los plenos una y otra vez y tengan seis meses de vacaciones al año.
Indecente es que sus señorías cuando cesan en el cargo tengan un colchón del 80% del sueldo durante 18 meses. (no vaya a ser que con lo "poquito" que han cobrado en su legislatura no les llegue).
Indecente es que ex ministros, ex secretarios de estado y altos cargos de la política cuando cesan son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del erario público.
Indecente , es que se pongan a parir en los debates la izquierda y la derecha y luego cenen juntitos en los mejores restaurantes ...y todo a cargo de nuestros bolsillos.
PERO LO MAS INDECENTE , ES QUE NOS TOMEN POR GILIPOLLAS.
Yo no soy funcionario , soy autónomo (aunque también podría ser ama de casa o astronauta ) y lo de los políticos me parece indecente.
¡¡INDECENTE!!
¿QUÉ SE PUEDE HACER ? Quedarnos de brazos cruzados , como siempre o hacer una gran protesta.
Se está proponiendo hacer una gran protesta PACIFICA a nivel nacional , para que nos dejen de tomar por tontos , fecha el 6 de septiembre del 2009, pásalo a todos tus contactos por móvil o por mail , que hay tiempo de organizarlo.
Se está planteando declarar el 6 DE SEPTIEMBRE " DIA NACIONAL DE SUS SEÑORÍAS "
A todos nos ha pasado que yendo cargados de nostalgias y deseando que lo bueno siga igual, sufrimos un mazazo.
ResponderEliminarMal se tiene que sentir uno para desahogarse algo zumbándole a las teclas.
Pero ¿qué son una docena o las que sean piezas de marisco y otras viandas comparadas con el amor?.
Feliz aniversario.
Antefaz
Señor Antefaz: ¿Es que ignora que don Evaristo Pitaluga y Poveda tiene un estómago que le cabe la cabeza de un buey?
ResponderEliminar¿Es que no sabe que tiene un paladar exquisito y una cartera propicia a la magnanimidad?
¿Es que desconoce que por su esposa e hijos es capaz de arrearle un mojicón al Lucero del Alba?
Lo que me extraña del amigo Evaristo es que no le dijese las verdades del barquero al dueño del restaurante y pagase religiosamente la factura.
Manda guevos.
Si er señó Eva m´hubiese pedió pareser l´hubiera recomendao el restorán de la Tía Paca, la Pacosa,
ResponderEliminaren mi pueblo, donde te sirven un arros con chiliondrones que se te arrugan los c....
Entremeses variaos: cuernos de caracol, almóndigas de rabo de gato, canapés de harina de algarrobas con huesos de aseitunas, y to ello regao con un buen vino riparia.
Y de segundo una migas ruleras o salmonetes del río Colorao adobaos con collejas de California, cuyas hojas son como las de las aselgas de Bonete.
Y el presio es de risa: Un euro por cabesa, claro que er señó Eva al tenerla como la tiene, hubiera pagao un dinerar.
Perdón, señó Eva, no quise desirle cabesón.
Sr. Pitaluga, eso le pasa por no pedir consejo a los "nativos". Si se hubiera dado un garbeo por "Casa Pepe" en el paseo marítimo y hubiera presentado sus credenciales como "vengo de parte del Cura de la Navaja", no estaría llorando ahora por estos rincones de internet. Es más, su mujer e hijos le hubieran puesto en una hornacina más alta y mejor de la que ya le tienen. Pero, todavía tiene tiempo de hacer lo que yo le digo. Si me hace caso y alla´vuelve, recordará toda su vida "Casa Pepe" y, lo más importante, creerá en los curas, sobre todo en el "Cura de la Navaja" o el "Cura de los Montesinos". Así recuperará se fe perdida, que falta le hace.
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