Cyrano: Hace meses, mi amigo Alfonso de Caravaca de la Cruz me envió una poesía de Fray Junípero Serra. No trata de nada espiritual, ni siquiera de lo que este fraile hizo -que fue muchísimo- en Estados Unidos. Retrata a un diputado haragán que nos desvela algunos gajes del oficio y la manera de medrar en la política. Algo de rabiosa actualidad, como veremos.
Manolo: Y, ¿qué fue lo que hizo este franciscano?
Cyrano: Con la ayuda de otros quince franciscanos, marchó a Méjico, fundó la ciudad de Querétaro y después pasó a
California donde en quince años, erigieron nueve misiones, que después dieron lugar a las ciudades de Los Ángeles, San Francisco, San Diego, Santa Bárbara, Monterey, Sacramento, Carmel, etc. Cuando llegaban a un lugar conveniente, levantaban una capilla, unas cabañas para residencia de los frailes y un pequeño fuerte protector contra posibles ataques. Acogían a los indígenas que se aproximaban movidos por la curiosidad y, una vez ganada su confianza, les invitaban a establecerse en las proximidades de la misión.
Manolo: Se suele decir que los misioneros españoles apartaron a los indígenas de sus costumbres y tradiciones y les impusieron otra forma de vivir. E incluso que los torturaban.
Cyrano: Allí, a la vez que catequizaban a los indígenas, los misioneros les enseñaban nociones de agricultura y ganadería, les proporcionaban semillas y animales y les asesoraban en el trabajo de la tierra. Muchos indios aprendieron también las técnicas de la carpintería, la herrería o la albañilería. Las mujeres recibían adiestramiento en las labores de cocina, costura y confección de tejidos. Es lógico pensar que ese cambio de vida afectara a su cultura indígena. De hecho, antes de la llegada de los misioneros estas tribus no conocían la agricultura y su alimentación se limitaba a la recolección de frutas y raíces silvestres, bellotas, la cacería de venados, alces y conejos, y la pesca. No acostumbraban usar la vestimenta y para protegerse del frío cubrían sus cuerpos con pieles y plumas de animales o barro. Por otra parte, está documentado que los frailes lucharon contra todo tipo de abusos de la soldadesca hacia los nativos. Hoy sabemos que no pocos militares españoles eran soldados de fortuna, carne de calabozo y lo peor de cada casa.
Manolo: Supongo que EE. UU. recordará por siempre a este gran hombre español.
Cyrano: Por supuesto, en 1931, la figura del misionero se colocó en el Capitolio de Washington, donde reside el poder legislativo de la nación, representando al estado de California. Y, por parte de la Iglesia Católica, en 1988 el Papa Juan Pablo II lo beatificó, declarándolo “Mallorquín Universal”.
Manolo: En su pueblo de Petra será el nativo más importante, ¿no?
Cyrano: El pasado verano lo visité junto con la familia y, efectivamente, además de tener un museo propio, se conserva la casa familiar de sus padres agricultores con piezas y utensilios de la época. También existe una fundación en la que colabora la ciudad de San Francisco. Y en este pueblo de unos tres mil habitantes, en casi todas las casas tienen en las jambas de las puertas una escultura pequeña con la imagen de Fray Junípero.
Manolo: Los grandes hombres suelen ser personas muy sencillas pero sus obras les preceden por donde quiera que vayan. Lástima que a muchos gobernantes nuestros les falte categoría, como dicen los valencianos.
Cyrano: Bastantes políticos adolecen de formación. Algunos no tienen preparación universitaria para el puesto que ocupan.
Manolo: Por ejemplo Pepiño Blanco, que por lo visto no terminó la carrera de Derecho. Y ahí lo tienes de Ministro de Fomento.
Cyrano: Otros no son los más adecuados para el cargo que ostentan.
Manolo: La ministra de Sanidad Leyre Pajín, que ni siquiera es enfermera, ni ATS o celadora de hospital. ¿Sabrá ella lo que lleva entre manos? Y luego están sus privilegios de casta: dietas, pensiones vitalicias, varios sueldos por servicios prestados, viajes gratis, IRPF con menor gravamen. ¡Menudos chollos!
Cyrano: Y hay quien ni siquiera ha terminado el Bachillerato.
Manolo: Como algún Concejal de nuestro pueblo, el cual, como siga con manifestaciones poco prudentes, tendrá el dudoso honor de haberse cargado el pacto entre el PP y los Independientes.
Cyrano: Ya que hablas de Almansa, es importante destacar que la gente está harta de palabrería. Quiere hechos. Ya está bien que nuestros políticos hablen y hablen del proyecto “Agua viva”, de “Los Pandos” o de “Las Fuentecicas”.
Manolo: Que se callen de una puñetera vez y no abran la boca hasta que veamos que las máquinas se ponen a trabajar en serio. Estamos más que hartos de tanta tomadura de pelo. Que traigan empresas, que los parados y sus familias están al límite, que recuerden que durante 4 años venimos hablando de que contraten a una persona “cazaempresas” y hasta les dimos el nombre de Pedro García. Y mira el caso que nos han hecho.
Cyrano: Sí, lo han puesto de Jefe de Protocolo, junto a otras dos o tres personas para lo mismo: para aburrirse y para llevar una agenda que cualquier administrativo del Ayuntamiento puede llevar.
Manolo: En la primera cita con la Sra. Cospedal le sacaremos a colación este tema y el del periódico “Almansa”. Ella con las tijeras recortando y su joven Alcalde preferido haciendo lo contrario.
Ahora dime la poesía de Fray Junípero. Así sabremos que los males de España nos vienen de lejos.
“Déjame dormir, mamá”
Hijo mío, por favor, de tu blando lecho salta. Déjame dormir, mamá, que no hace ninguna falta. Hijo mío, por favor, levántate y desayuna. Déjame dormir, mamá, que no hace falta ninguna. Hijo mío, por favor, que traigo el café con leche. Mamá, deja que en las sábanas un rato más aproveche... Hijo mío, por favor, que España entera se afana. ¡Que no! ¡Que no me levanto porque no me da la gana! Hijo mío, por favor, que el sol está ya en lo alto. Déjame dormir, mamá, no pasa nada si falto Hijo mío, por favor, que es la hora del almuerzo. | Déjame, que levantarme me supone mucho esfuerzo. Hijo mío, por favor, van a llamarte haragán. Déjame, mamá, que nunca me ha importado el qué dirán. Hijo mío, por favor, ¿y si tu jefe se enfada? Que no, mamá, déjame, que no me va pasar nada. Hijo mío, por favor, que ya has dormido en exceso... Déjame, mamá, que soy diputado del Congreso y si falto a las sesiones ni se advierte ni se nota. Solamente necesito acudir cuando se vota, que los diputados somos ovejitas de un rebaño para votar lo que digan y dormir en el escaño. | En serio, mamita mía, yo no sé por qué te inquietas si por ser cultiparlante cobro mi sueldo y mis dietas. Lo único que preciso, de verdad, mamá, no insistas, es conseguir otra vez que me pongan en las listas. Hacer la pelota al líder, ser sumiso, ser amable Y aplaudirle, por supuesto, cuando en la tribuna hable. Y es que ser parlamentario fatiga mucho y amuerma. Por eso estoy tan molido. ¡Déjame, mamá, que duerma! Bueno, te dejo, hijo mío. Perdóname, lo lamento. ¡Yo no sabía el estrés que produce el Parlamento! |
Fray Junípero (1713 - 1784).
Cyrano de Bergerac, 20 de Octubre de 2011.
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