La querella de
UPyD contra Bankia abre la puerta a la depuración de responsabilidades que
desean los españoles
08 de
Junio de 2009 Rosa Díez: “Antes de plantearnos la refinanciación de las cajas
hay que despolitizar sus consejos”
Querido amigo Evaristo, en respuesta a tu carta abierta del pasado
jueves, te podría contestar de muchas formas. Ya verás que llevamos reclamando
lo que ahora denunciamos desde hace 3 años, evidentemente no es una operación
de marketing, sino algo perseguido desde tiempo atrás. Mi elección ha sido
poner la respuesta en boca de dos compañeros míos, pues ya se han escrito ríos
de tinta sobre este asunto y nos lo podrán explicar bastante bien.
Esta querella es “un triunfo de la democracia y de los ciudadanos,
hartos de políticos irresponsables y manirrotos que recortan contra los
ciudadanos pero evitan tocar todo aquello que beneficia a sus intereses
particulares y partidarios” (Gorka Maneiro, parlamentario vasco de UPyD).
También escribió un artículo bastante interesante el portavoz
económico y Diputado Nacional de UPyD, Carlos Martínez Gorriarán. Te
transcribo, sin cortar ni una coma, un artículo publicado en su blog el pasado
6 de Julio, un día después de tu carta abierta, como si la hubiera leído y la
quisiera contestar:
No hace falta
que nadie me trate de convencer de que la llamada “judicialización de la
política”, la tentación de sustituir el debate en las instituciones por una
sentencia judicial, es un error de perspectiva y, en el fondo, de concepción de
la democracia. Estoy firmemente convencido de que recurrir a los tribunales es
el último camino que le queda a la política democrática y de que, para un
partido con una concepción institucional de la política como es UPyD, es un
recurso que debe emplearse con sumo cuidado y en última instancia, sólo cuando
existe la fundada convicción de que no queda otra alternativa. Pues un partido
parlamentario como el nuestro no debe sustituir el Parlamento por un Juzgado
sin poderosas razones.
Ambas
condiciones se daban en el caso BFA-Bankia porque, tras el bloqueo
parlamentario de una auténtica Comisión de Investigación del Congreso –como las
que funcionaron en Estados Unidos en 2008 o ahora en los Comunes británicos-,
quedó claro que los tribunales eran el último recurso para sacar a la luz la
verdad del caso Bankia. Y también que este recurso podía usarse como es debido
porque no se trataba de una denuncia política genérica –contra los mercados o
la mala gestión-, sino de acontecimientos concretos con responsables conocidos,
resumibles en la salida a bolsa de Bankia, aquella estafa responsable de la
ruina de decenas de miles de pequeños ahorradores convertidos en accionistas, y
no siempre por su libre voluntad. Quienes reclaman querellarse contra cualquier
Caja o banco sólo por las consecuencias actuales de su antigua politización, o
por sospecha universal de la perfidia de los mercados, se equivocan: es la
clase de iniciativa testimonial condenada al archivo judicial, aunque guste
mucho a ciertos medios, y no sirve para alcanzar el objetivo de conocer la
verdad y hacer justicia.
Contra lo
que se ha dicho, el bloqueo de la investigación parlamentaria solicitada en el
Congreso no ha sido exclusiva del PP, sino secretamente compartida por los
nacionalistas, vergonzosamente por el PSOE, y ambiguamente por IU. Uno de los
dirigentes del grupo parlamentario del PNV nos explicó que no podían apoyar una
auténtica investigación parlamentaria del caso Bankia, con luz y taquígrafos,
porque podía sentar un mal precedente para el grupo vasco Kutxabank, pues las
aguas bajan turbias en todas las antiguas cajas; CIU pensaba lo mismo con más
razones todavía (Unim o CaixaCatalunya). Lo que no ha obstado para que
nacionalistas vascos y catalanes digan lo contrario en público, en otro
ejercicio del cinismo tan habitual que, a estas alturas, ni siquiera les parece
necesario justificar. Los socialistas reclamaban, con la boca de las ocasiones
más hipócritas, una investigación con la esperanza de que el PP la rechazara o
quedara reducida a un paripé de comparecencias a puerta cerrada en Subcomisión,
como ha sido el caso. Respecto a Izquierda Plural, marca parlamentaria de IU,
ha tratado de compaginar una enérgica exigencia de explicaciones e
investigación con una pasiva aceptación de que nunca tendría lugar; muy cómoda,
dada su implicación y la de los sindicatos en la nefasta gestión de Bankia y
otras cajas.
Con lo
que no parecía contar nadie –prefieren no tomarnos en serio, allá ellos- es con
que UPyD preparara una querella y la presentara en la Audiencia Nacional, donde
ha sido admitida por la fiscalía y el juez instructor, Fernando Andreu, en un grado tan alto de coincidencia (compárese auto de aceptación con
texto de la querella) que habla tanto de la calidad de nuestra querella
(redactada por Andrés Herzog y su equipo) como de la voluntad judicial de
reconocer sus competencias en este caso pese al bloqueo gubernamental.
A menudo
se olvida que la mayoría de los jueces, eclipsados por los astros mediáticos de
la profesión, están mucho más cerca de la sensibilidad de los ciudadanos
corrientes que de la casta político-financiera-mediática que se considera
ungida por los dioses con el bálsamo de la intocabilidad.
De modo que en la querella de Bankia han venido a converger dos voluntades con
la misma raíz: la de recuperar la maltratada independencia del poder judicial
-y dónde mejor que en la investigación penal de un escándalo ciudadano que la
casta bipartidista ha tratado de negar y proteger del escrutinio público hasta
el último minuto-, y la voluntad política de obligar a las instituciones
democráticas a cumplir con su cometido; dicho sea con toda modestia, esto es lo
que tratamos de hacer en UPyD.
España es
un país donde todavía provoca chacotas o irritación el recordar que la democracia
tiene dos principios incuestionables: que la ley es igual para todos
(isonomía), y que la ley es obligatoria, o lo que es lo mismo, que su
incumplimiento no tiene excusa posible. Estamos demasiados acostumbrados a que
ambos principios se nieguen a diario con las más variadas excusas: desde atraer
una inversión económica (las excepciones legales para el proyecto Eurovegas
prometidas, como si estuviera en su mano, por Esperanza Aguirre), hasta
conseguir una paz sin justicia (la legalización de Bildu, Amaiur y Sortu por un
TC paradigma del intervencionismo partitocrático en el poder judicial). Así que
lo mínimo que cabía esperar era la invocación de razones de “oportunidad” y
“conveniencia” para dejar sin investigar lo sucedido en Bankia, o reducirlo al
reiterativo y pueril rito de la declaración indignada tan rimbombante como sin
consecuencias. No sólo los partidos políticos tradicionales, sino sus
respectivos terminales mediáticas se han lucido en reaccionar ante la querella
de Bankia como un coro trágico griego que pasa de la incredulidad y la
estupefacción al malestar incrédulo de quien piensa “¡pero esto no me puede
estar pasando a mí; se me arrastra a un juzgado por ejercer mis privilegios no
escritos!” Pues va a ser que sí…
Hacen mal
en despreciar las posibilidades de acción democrática que sigue ofreciendo el
sistema constitucional, por imperfecto que sea. La querella de Bankia promete
una instrucción larga y detallada en la que saldrán a la luz hechos, actos y
personajes que la casta no quería ver expuestos al escrutinio público. Sin
prejuzgar cómo acabará la instrucción, cosa que debemos respetar por principio
quienes exigimos separación de poderes y autonomía judicial efectiva, ya es un
gran paso de calidad democrática el mero hecho de exigir explicaciones en un
proceso legal a seres considerados intocables y acostumbrados a actuar con
total impunidad y opacidad, sin dar cuentas a nadie y con el engaño constante
como mascarón de proa favorito de sus singladuras político-financieras. Ahora
tendrán que ir acompañados de un abogado a explicarse ante un juez que puede
pasar su estado procesal de la imputación a la acusación formal.
Esto es
lo que puede dar de sí la querella de Bankia: pasar del descrédito imparable
del sistema democrático a la recuperación de la salud de las instituciones, al
incremento de la autoestima colectiva ciudadana, y a una demostración práctica
de que otro modo de hacer política es posible y necesario, pues un partido
político sí puede ser un instrumento eficaz al servicio del interés general.
Atentos al juzgado de Fernando Andreu en la Audiencia Nacional, dará mucho que
hablar y más que pensar. Y podría marcar, ¿por qué no?, un cambio de tendencia
en la política democrática, el comienzo de la devolución a la ciudadanía de los
valores que la partitocracia ha liquidado.
Aunque un poco extenso, creo que se
resume bastante bien el “tema bancario” y de Bankia de UPyD. Más información y
la querella completa están disponibles en la página web del partido www.upyd.es para todo el que lo quiera
consultar. De todas formas, cualquier persona interesada (tú mismo el primero
si estás dispuesto) en este tema puede contactar con nosotros y le daremos toda
la información que requiera.
Acerca de los otros temas que me preguntas, de sobra es conocida nuestra postura acerca de sanidad, educación y justicia: tres pilares IMPRESCINDIBLES en nuestra sociedad y que deberían ser PUBLICOS E IGUALES PARA TODOS LOS ESPAÑOLES, pero eso ya trataremos en otros escritos, por hoy ya te he saturado bastante el blog.
Acerca de los otros temas que me preguntas, de sobra es conocida nuestra postura acerca de sanidad, educación y justicia: tres pilares IMPRESCINDIBLES en nuestra sociedad y que deberían ser PUBLICOS E IGUALES PARA TODOS LOS ESPAÑOLES, pero eso ya trataremos en otros escritos, por hoy ya te he saturado bastante el blog.
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