CHOCHOS, PIJOS Y PESPUNTES. (22)

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SEÑORAS Y SEÑORES, MIS MUY AMADOS LECTORES Y ADMIRADORES DE MIS POEMAS ERÓTICOS, IRÓNICOS Y CACHONDOS; YA NO ENCUENTRO PALABRAS PARA AGRADECEROS TANTA ALABANZA Y FELICITACIONES COMO CADA DÍA RECIBO. GRACIAS A TODOS. PERO DEBO AÑADIR QUE ME ESTÁN PASANDO COSAS QUE SON DIFÍCILES DE ENTENDER. NADA MÁS METERME EN LA CAMA APARECE LA IMAGEN DE MI SANTA ESPOSA, EN CUEROS Y DEBAJO DE MÍ, Y SE ME PONE EL ZURRIAGO COMO ES FACIL DE ENTENDER. PERO COMO LO TENGO ESCAYOLADO POR LO SUCEDIDO EN CHOCHOLANDIA, NO VEAN LO MAL QUE LO PASO HASTA QUE CONSIGO QUE SE DESINFLE. EL OTRO DÍA, RECOGIENDO LA CRUZ DE LA ORDEN DEL CALANDRAJO, EN LA VILLA DE MADRIGAL DE LAS MADRIGUERAS, ME ROCE CON LA ALCALDESA Y SE ME DESPERTÓ EL GORRIÓN. LO PASÉ MUY MAL PORQUE LA EDIL SE DIO CUENTA QUE ALGO DURO LE HABÍA ROZADO EN LOS BAJOS Y SE ENCALABRINÓ. COMO TENÍA QUE IR A SANTA CRUZ DE LOS TIRABUZONES PARA RECIBIR EL TÍTULO DE TORILERO ENTORILADO, DECIDÍ SUJETARLO CON ESPARADRAPO Y ASÍ EVITAR UN NUEVO TROPIEZO.

CHOCHOS, PIJOS Y PESPUNTES. (22)

Por el Marqués de la Bragueta.

¡Santo Pijo del Enano, el mejor pijo de Europa! Éste se gana una copa porque se lo empina a mano. A un enano conocía que fama había adquirido con su pijo, parecido a un pepino de Almería. En el pueblo le llamaban el enano con tres patas porque tenía el abrelatas que a las baldosas llegaba. En un circo trabajó enseñando su instrumento que era igual que el de un jumento y alguna hembra lloró. Lloraba pues comparaba el pene de su marido, que lo tenía achuchurrido, y ningún placer le daba. Y quiso que la follara el enano y le ofreció de pesetas un millón para que la engatillara. Cogió el millón el enano y al meterle su pepino le hizo polvo el chumino y ella se tiró a un pantano. Una buena hembra supo como la tenía el enano y lo llamó muy temprano para verle el cardo cuco. Era de la aristocracia, con palacio y servidumbre y chimenea con lumbre, con señorío y prestancia. Cuando el enano la vio en cueros, delante de él, se le empinó el pajarel y a la cama la llevó. Aunque era de sangre azul y uno ochenta de estatura, era tan virgen y pura que no probó el paloduz. Ella estaba espatarrada, enseñando todo el higo, y encima se echó el enano que no llegaba a su ombligo. Pero le metió la estaca y la Duquesa gritó cuando el virgo le rompió abriéndole la petaca. Era la primera vez que lo metía todo entero y el enano disfrutó. La Duquesa le pidió que se bajara al pilón y lamiera su almejón. El enano obedeció y virutas le sacó.

Y fue a este enanito al que pedí que viniera y que al marica le hiciera un potaje con sofrito. El marica estaba atado de las manos y los pies y el pijo cual cascabel, alicaído y ajado. Le dijimos al enano que el pijo se lo empinara y que después lo follara metiéndoselo en el ano. Después, puesto a cuatro patas, el mariquita vicioso le decía muy lloroso: Con ese tocho me matas. El enano se cogió el pijo y se lo metió todo entero al maricón y el ano le destrozó. Los gritos del maricón se escucharon en Melilla, en Orense y en Sevilla, en Gerona y Torrejón. Lo pusimos panza arriba y el enano le cogió el pijo al mariquitón y lo puso en Valderrivas. El mariquita gritaba cuando el enano le hacía el torniquete y decía: Se te va a caer la baba. Más de diez horas estuvo recibiendo y fornicando y el marica fue quedando como un plato con engrudo. El enano no paraba de follar y ser follado, con el pijo siempre armado que al marica remataba. Jamás se cansó el enano de follarse al maricón con su tremendo pollón que fue el rey en Gran Hermano. Ni tampoco se cansaba cuando el pijo del marica se lo metía en el ano. Le atizaba tres meneos dejándolo como al Tano. No le quedó al mariquita ganas de follarse a un tío. Hizo a pie la Romería, se roció agua bendita e imploró a la Virgencita que curara su sangría.