Viene de (II)
Se oye ¿qué habría que mejorar o cambiar?, la
pregunta calificada del millón. ¿Con el sentido de que no hay nada que cambiar
porque todo va bien?; y suena lo del reciclaje de los docentes, la implicación,
la pedagogía aplicada a la problemática.
La pregunta se queda
muy grande e indefinida para tantas etapas educativas, cada una con sus
especificidades, por lo que al mezclar esos niveles tan diferentes, se revuelve
la charla y se hace excentrica.
Se oye que es un
tópico, lo de que la educación está peor, que estudian menos, sino que ahora es
más integral. Una opinión muy propicia para generar debate… pero ni aun así lo
hubo.
Si no está peor ¡en
qué posición del informe Pisa tendría que estar, para que se la estimase de
peor; y entonces ¿porqué se habla tanto de educación y se hacen jornadas, simposios,
etc.?. ¿Ni siquiera está peor con los recortes? ¿o no afectan tanto como una
parte de la comunidad con tintes políticos pone la situación como que va al
desastre?.
Salió, como no, lo de
tantas leyes orgánicas educativas, el no llegar a un consenso que dé
estabilidad al mundo educativo, con independencia de quien gobierne.
No se atisvaron ideas
de por qué no llegan a ponerse de acuerdo. Cuando sale una nueva ley, lo que se
trasluce y llega a la ciudadnía es que si Educación para la Ciudadanía sí o no,
que si la Religión fuera o dentro del aula; es lo que más suena, y poco más; ¿y
solo por esas cuestiones es imposible llegar a un pacto escolar?; o es que hay
otros asuntos que no salen tanto al exterior, como el de la financiación de la
Educación-Enseñanza, y que son más difíciles de alcanzar?. De todas las maneras
no parece que eso trunque o influya mucho en la labor cotidiana del
enseñamiento y aprendizaje (salvo en las materias enunciadas anteriormente que
crean conflicto); un profesor, por ejemplo, de Lengua o de Física o de Química
o de Matemáticas o de Filosofía o de Ciencias Naturales, va a dar igual sus
clases, los mismos contenidos, la misma metodología; si acaso con variaciones
ligeras o mayores si se está en un tiempo de recortes (algo que no se sabe lo
coyuntural que será). En el trascurrir de los cambios estructurales del sistema
educativo desde la Transición a las consecuencias de la crisis, la modificación
de más calado fue, el quitar el 7º y 8º de la E.S.O. (dejándo de ser E.S.O.) e
incorporarlos a lo que era el Bachillerato, para ser 1º y 2º de la Educación
Secundaria. Esta incorporación sí que ha traído consecuencias, ya que los
institutos de E.S. han pasado a ser unos híbridos de la E.S.O. y de los
institutos de Bachillerato, por lo que según los gobiernos de los centros, se
escoran más hacia un modelo u otro (se tiende a que imperen o influyan más en
la homogeneidad las características de los cursos inferiores en una
organización heterogénea) con la consiguiente desnaturalización de lo que eran
los I.B., con el difícil tratamiento conjunto de un alumnado tan diferente.
No hubo debate alguno.
La educación de palabra y obra en el plató fue exquisita, eso sí. Allí nadie
difería, ni siquiera cuando se mencionaron elementos de calado político, al ser
estos más susceptibles de confrontación, y que hubieran servido para entrar más
al fondo, revolver y destripar sanamente los envoltorios, para desenredar las
cuestiones más problemáticas y, en lo posible sacar
a la luz algunas conclusiones (y si por su contundencia argumental lograban
consensos, mejor, serían avances)
Es inusual que la
presentadora dé su impresión del programa, y es curioso que este precisamente
le resulte entretenido y enriquecedor, manifestando además su creencia de que a
la gente también le haya parecido lo mismo. Pues como todo, para las melodías
hay gustos; todos respetables y comprensibles.
Este artículo es
simplemente una serie de reflexiones sintetizadas en comentarios, unas
opiniones tan respetables como otras, aunque estas otras tuvieran mayor validez
para unes y otres (“neologismos”, para: unos y otros y unas y otras).
Saludos cordiales
Lopiu de la Estepa
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