Bueno, hacía ya tiempo que no escribía en el blog... que sepáis que no pensé en dejarlo, pero tampoco veía el momento de retomarlo desde que nos metimos en la grabación de "Lo Inevitable". Hace poco Carlos me lo recordó (y fue de esos comentarios que se pueden leer entre líneas; de alguna manera Carlos me dijo que siguiera haciéndolo). Y ahí voy... esta vez con la promesa de publicar algo cada lunes.
Ahora madrugo para pillar a las musas despiertas. He sido un estudiante que ha salido cientos de jueves universitarios por esta ciudad que no duerme; por esta ciudad que, a ambos lados del cauce que la parte en dos, ofrece todas las noches de la semana sitios donde ir y donde conocer a los más variopintos personajes bohemios, o simplemente locos inteligentes, según se mire. No pillé la Ruta del Bakalao y creo que lo agradezco. Pero esos jueves, los he quemado durante años. Y también algunos miércoles (con su particular textura Erasmus). He ido a más fiestas universitarias que a clases teóricas.
A las 7 de la mañana el panorama es curioso, sin duda. Las calles están sucias, las moscas me sacan de mi tranquilidad. Recorro la avenida por la que un tiempo atrás me retiraba a casa andando, (solía hacerlo comiendo pizza para rebajar esa posible e inminente resaca; con eso, uno caía en la cama como Dios). Pero desde hace algún tiempo, madrugo para observar cosas que no pude ver con tanta lucidez.
Hay gente jugando al frisbee entre coches aparcados y la verdad, no me parece mal plan para acabar la fiesta. Pasan tres chicas con el tacón muy largo, y la falda muy corta. Me gusta no mirarlas porque me siento tonto al hacerlo. No hacerlo, me sube la autoestima. Hay alguien liando una mezcla sentado en el suelo, y explicándole a otro que yace a su lado, que se acaba de encontrar otra piedra igual (están de suerte, qué duda cabe). Hay en un portal de la acera de enfrente un chico y una chica de unos 20 años comiéndose a besos (y algo más). Intuyo que no son novios, seguramente se han conocido esta noche, y se adivina la posibilidad de que acaben subiendo a algún piso de estudiantes para poder quitarse la ropa; no seré yo quien llame a los bomberos. Estoy sentado en un escalón desayunando algo que compré en un horno. Mi ojo crítico se cansa al apurar el café, y miro con cierto desdén el resto de secuencias que se aparecen ante mí. Hipsters que vienen de La3; uno que pasa enValenbisi; otro asomándose a un contenedor para coger un ventilador (que seguramente pondrá en el rastro este finde); más estudiantes con aires adinerados que no sé de qué hablan, ni de dónde salen; una chica latina con aspecto de puta económica (lo será?). Bah, vuelvo a mi barrio.
No sé… tal vez, la extrapolación de esa imagen altamente sugerente de esa chica dejándose besar el cuello, dejándose acariciar los muslos bajo la faldita, en el portal 37, me sirva de algo. No sé... tal vez empiece a escribir otra canción hoy. No sé... tal vez la escuches algún día (si hay otro disco).
(Mientras buscaba a la musa estaba escuchando U2 – Kite ).
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