Hermanos en la Fe:
Muchos son los pecados que, a lo largo de
la historia, ha cometido nuestra querida Iglesia. Ya decía Pablo de Tarso: “La
Iglesia es prostituta y casta al mismo tiempo”. O la “Puta-Virgen”, como llegó
a definirla S. Agustín. Virgen porque
Jesús está a la cabeza y prostituta porque estamos nosotros detrás. Qué
despreciable es este término, estimo, cuando tanto tenemos que aprender de las
prostitutas. ¿O es que no nos precederán en el Reino de los Cielos?
Y es que cuanto más profundo comprende una
persona lo que significa Dios, cuanto más sublime se le van manifestando Cristo
y su Reino, tanto más sensible es su dolor por las deficiencias de la Iglesia.
Juan Pablo II ya tuvo que pedir perdón por los errores cometidos, como tantos
otros prelados, sacerdotes o laicos de
la Iglesia.
Esta carta la escribimos abierta porque
vivimos aciagos momentos
de violencia, guerras, pobreza,
atentados a la verdad, terribles
desigualdades, gran deterioro medioambiental, intensa pérdida de valores y
otras calamidades que estamos padeciendo
a nivel mundial, como consecuencia del sistema político-económico imperante. En
este contexto, ocultar nuestras contradicciones, errores, omisiones y antitestimonios, es cooperar a confundir y
desalentar al cristianismo en particular y al pueblo en general. Y como dice el
Papa Francisco, a colaborar a que “el edificio moral de la Iglesia corra el
peligro de caer como un castillo de naipes, de perder frescura y el perfume del
Evangelio”.
“En estos tiempos marcados por el relativismo, en los que parece que no
hay nada definitivo” (Francisco), y
donde los grandes medios de comunicación informan según los intereses de quienes los controlan, es
necesario, más que nunca, buscar la verdad porque esta, además, nos conducirá a
la necesaria justicia, tan defenestrada, también, últimamente. Siempre se ha
dicho que si queremos presente tenemos que luchar por la justicia, pero si
pretendemos futuro tenemos que luchar por la verdad.
La verdad os hará libres (Jn, 8,32) nos
decía Jesús. Y la libertad nos la regala el Padre. Así que en aras a la fidelidad evangélica de
Jesús y por la sagrada libertad que nos concede el Padre, os queremos plantear,
con el mayor respeto, y por el bien del pueblo venezolano y
latinoamericano, las siguientes reflexiones.
aa) San
Romero de América llegó a profetizar: “Si me matan resucitaré en el pueblo
salvadoreño”. Como así ha sido. Muchísimos somos los cristianos, y no
cristianos, que estamos convencidos de que, también, el Padre ha bendecido a su
hijo Chávez con el don de resucitarlo en su pueblo. Nada más hay que observarlo
en los esperanzados corazones de millones y millones de venezolanos que,
alegremente, lo festejan y reflejan en sus miradas llenas de amor y felicidad.
“Por sus obras le conoceréis” (Mt 7,15-20). Y es que el pueblo pobre, el pueblo
noble y el pueblo justo nunca olvidarán la
grandeza espiritual de Chávez, por mucho que quieran maquillarlo u
ocultarlo los grandes medios o sus adversarios. El Papa Francisco nos ha dicho:
“Necesitamos santos sin velo ni sotana”. Estimamos que esos son los santos-laicos
que necesita el mundo hoy, los que les proporcionan con sus actos la felicidad y el amor a los demás.
Esa gracia, pensamos, habría que
proclamarla desde los púlpitos más recónditos, ocultarla, significa justificar
otras mezquinas actitudes de gobernar basadas en la opulencia de unos pocos a
costa de las miserias y sufrimientos de muchos. Como está ocurriendo en gran
parte del planeta, y como ya sucedió en la Venezuela del “caracazo”.
bb) Hugo
Chávez, como sabéis, cuando asumió la presidencia de Venezuela, heredó, no sólo
una corrupción generalizada y una inseguridad preocupante (la 4ª de
Latinoamérica), que siempre supusieron unas grandes preocupaciones, y sus prioridades
en “El Plan de la Patria 2014-2015”, sino, además, unos alarmantes índices de
pobreza, bajísima atención médica para las clases humildes y un pueblo alejado
de la educación, la cultura y la alimentación (muchas familias se alimentaban
con Perrarina, comida para perros), sólo las clases medias tenían acceso a ese bienestar,
que ahora disfrutan todos a excepción de ese 6,5% de pobreza extrema que aún
queda de aquel terrible 30%,y que
representa actualmente el principal objetivo de la Revolución Bolivariana.
Gracias a las políticas sociales y a las
fraternas Misiones- Misión Cristo, como las llamaba el expresidente- el pueblo
en general y el excluido en particular, comenzaron a tener acceso a esos bienes
básicos que el Padre desea para toda la humanidad. “Yo vine a daros vida y vida en abundancia para todos” (Jn.
10,10). El mensaje liberador de Jesús de Nazaret resultó desafiante para las
elites privilegiadas de su tiempo, al igual que el de Hugo Chávez para las
élites neoliberales actuales. ¡Cuántos logros evangélicos ha conseguido el
chavismo durante estos 15 años de siembra petrolera! Y todo, a pesar de los
perversos golpes, infames ataques y crueles guerras económicas que han tenido
que soportar, que ni le dejaron respiro para poder gobernar, al igual que pasa
con el Gobierno de Maduro en la actualidad. Los conspiradores, internos y
externos, no desean la paz, porque con ella se consolidaría, y mejoraría, el
progreso y bienestar de toda la población venezolana, alejándolos de su
principal objetivo: la consecución del poder gubernamental de Venezuela. Además
de difuminar esa esperanzadora alternativa mundial que representa Venezuela.
Imaginaros que la labor pastoral, que
desarrolláis con todos los agentes de
pastoral, tuvierais que compatibilizarla con incesantes agresiones y
ultrajes hacia vuestras personas y quehacer.
El acceso gratuito a la educación, la salud y la vivienda, la
sorprendente reducción del índice de pobreza, el fácil acceso a la alimentación
y las distintas inversiones sociales que disfruta el pueblo venezolano, es lo
que convirtió en peligrosa a la Revolución Bolivariana ante este injusto
sistema, “salvaje” según Juan Pablo II en la CentesimusAnnu, ya que “la crisis
es resultado del capitalismo salvaje”, sostiene el Papa Francisco, por ser depredador de
personas y naturaleza, como lo demuestra la escandalosa brecha entre ricos y
pobres, las más de 60.000 personas que diariamente mueren como consecuencia del
hambre, la cruel política migratoria, las atroces guerras que proliferan por la
geografía mundial, en aras a extender su poder económico-político y el
preocupante deterioro medioambiental de este hermoso planeta azul que nos
regaló el Padre.
cc) En
el Juicio a las Naciones (Mt. 25, 31), el evangelista relata una evocación del
juicio final de todos los pueblos. Toda la escena se concentraen un largo
diálogo entre el Juez, que no es otro que Jesús resucitado, y dos grupos de
personas; los que aliviaron el sufrimiento de los más necesitados y los que han
vivido negándoles su ayuda. Y no, los creyentes y no creyentes.
A lo largo de los siglos, los cristianos
siempre han visto en este fascinante dialogo la mejor “recapitulación del
evangelio”: el elogio absoluto al amor solidario o la advertencia más grave a
quienes viven refugiados falsamente en la religión. “Les aseguro que todo lo
que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo
hicieron”, diría finalmente Jesús. Este evangelio nos recuerda que, lejos de
toda espiritualidad desencarnada, la señal distintiva de que somos
verdaderamente sus hijos es haciendo presente el Reino de Jesús, es el amor y
servicio de manera concreta a los seres humanos.
Este amor se traduce en hechos muy
concretos: dar de comer, dar de beber, acoger al inmigrante, vestir al desnudo,
atender al enfermo… Lo decisivo para Dios no son las acciones religiosas, sino
estos gestos humanos de ayuda a los necesitados, tal como nos lo está indicando
el PapaFrancisco. Pueden brotar de una persona creyente o del corazón de un
agnóstico que piensa y actúa en los que sufren.
No hay religión verdadera, no hay política
democrática, no hay proclamación responsable de los derechos humanos, sino es
defendiendo a los más necesitados, aliviando su sufrimiento y restaurando su
dignidad.
No existe duda alguna de que ese Jesús de
Nazaret, que Hugo Chávez siempre llevaba en su corazón y en sus manos, le habrá
dado el abrazo más grande que un Padre puede dar a un hijo.
Negar la vocación amorosa y tendencia
evangélica del Chavismo, es negar la esencia evangélica de Jesús. Y si además
se proclama, abierta o subrepticiamente, otra alternativa que no tenga en cuenta a los
predilectos del Padre, como son los humildes, es ir en contra del Proyecto de
Jesús.
dd) Todos sabemos que donde exista un gobierno
que no convenga a los intereses de los círculos de poder de Estados Unidos, y
algunos de sus aliados europeos, se convierte en blanco de campañas
subversivas, que tan bien sabe conspirar Washington a través de la CIA, la
USAID, la NED y otras muchas instituciones inhumanas, algunas amparadas bajo el
atractivo reclamo de los derechos humanos o de la ayuda oficial al desarrollo.
Es evidente que
una significada ala de la oposición venezolana, apoyada y financiada por
Washington, intenta destituir, por métodos antidemocráticos y de extrema
violencia (41 asesinados hasta el
momento), al actual gobierno legalmente
elegido, tal como lo avalan múltiples instituciones internacionales. Ni
siquiera una sola de esas truncadas vidas puede justificar tan abominable
protesta. Cuando, además, en Venezuela existe la posibilidad de un refrendo
revocatorio dentro de un año (sólo hay dos países con esa posibilidad en el
mundo). Es impensable que dicha virulencia pueda producirse en Europa, a pesar de que los
injustos recortes sociales, pérdida de derechos civiles, inhumanos desahucios,
precariedadlaboral o los elevados índices de desempleo (27% en España, por
ejemplo) lo justificaran en mayor medida. Los gobiernos europeos no lo
permitirían, y de producirse, la represión sería brutal y las cárceles estarían
llenas de responsables políticos y civiles.No digamos en Estados Unidos…
Ustedes saben
muy bien, que el objeto de estos graves altercados venezolanos no es otro que
el de conseguir el poder gubernamental, a costa de lo que sea, ya que el pueblo
feliz nunca se lo otorgará, a pesar del confabulado despliegue mediático. Y es
que no confían en ellos, no sólo por las
afligidas experiencias vividas con anterioridad, sino, sobre todo, por conocer
las adversas y codiciosas vías neoliberales por las que están conduciendo al mundo, muy diferentes al
halagüeño y fraterno horizonte venezolano y casi latinoamericano.
La segunda intención de estos aborrecibles
altercados, no seamos ingenuos, es la de facilitar la injerencia de Estados
Unidos, para así, bajo su protección, asegurarse la perpetuidad gubernamental a
costa de transferirles el control de los apetitosos recursos venezolanos.
Estratégicamente, además, Washington iniciaría un proceso de desestabilización
del resto de países emergentes latinoamericanos y acabar con sus “locos sueños
de independencia”. Y ya conocemos todos, por las repetidas invasiones, genocidios
y expoliaciones sufridas en los últimos 200 años, como se las emplea el
“vecino” del Norte.
Con el lanzamiento de las bombas atómicas
sobre Hiroshima y Nagasaqui, los distintos gobiernos estadounidenses, iniciaron
una cruel estrategia geopolítica de ocupación mundial. Actualmente disponen de
cerca de 800 bases militares regadas por todos los continentes, siendo la
armamentística su principal industria de exportación. Dinero para matar, pero
no para comer, como lo demuestran su 15,4% de índice de pobreza y su 15´7% de
personas sin cobertura de salud. Desde aquel terrible momento son innumerables
los países a los que ha llevado la guerra, la desestabilización y el
enfrentamiento entre el pueblo, como ha ocurrido en Venezuela. Su interés
prioritario es el poder económico y el control mundial, antes que el bienestar
de la persona.
En cambio, nadie
puede acusar a la Revolución Bolivariana de hostigamiento, desestabilización o
bombardeo alguno contra otro país. Más bien todo lo contrario; sus relaciones
con otras naciones siempre están basadas en la cooperación y en la ayuda. Que
hasta en ello ha sido vilmente agredida por parte de la oposición, aduciendo
que están regalando los recursos venezolanos. Aseveración hipócrita, por cuanto
que de penetrar las multinacionales estadounidenses, esos recursos lo
usufructuarían los poderosos, en lugar del pueblo venezolano y esos otros
pueblos vecinos más necesitados. Esa debería ser la verdadera esencia de la
Ayuda Oficial al Desarrollo: La búsqueda de la fraternidad universal. Ósea la
fraternidad cristiana que propicia la mesa común compartida, como desea el
Padre.
ee) Desde hace unos años, los “amos” del mundo
han iniciado una despiadada guerra contra los pobres, con el codicioso propósito
de apoderarse de todos los recursos planetarios, incluidos el agua y la
alimentación. Las cuales son tratadas como mercancías y no como sustentos
básicos de las personas. De ahí que el que no tenga dinero no puede comer,
beber o regar su trozo de tierra. Según datos de la ONU, muy en breve, nos
acercaremos al escandaloso dato de que el 15% de la población mundial acumule
el 85% de la riqueza. Y lo peor es que, cada año, aumenta más esta brecha.
En Europa se han
levantado, pacíficamente, las clases medias y pobres en demanda de los derechos
civiles, sociales y laborales defenestrados. Sólo en España, durante el 2013,
se celebraron cerca de 36500 manifestaciones, denunciando las injusticias que
propicia el Neoliberalismo, y en demanda de los derechos perdidos, que son,
precisamente, los que ahora disfruta el
pueblo venezolano. En Venezuela, en cambio, son las clases pudientes las que se
manifiestan violentamente y con el apoyo, además, de los grandes medios, todo
lo contrario que en Europa (señalpatente de quienes son los que manejan los
hilos mediáticos a nivel mundial y de que, cuando las políticas gubernamentales
favorecen a los pobres, ahí también mantienen su cínica y codiciosa guerra). En
España se suele decir: “Venezuela es el único país del mundo donde los ricos
protestan y los pobres celebran”.
Sólo hay que analizar quienes son los
principales líderes que están impulsando todas estas acciones terroríficas en
Venezuela. A ellos, al igual que a los poderosos mundiales, no les importa el
sufrimiento humano. Ya denunciaba Jesús: “Es más fácil que pase un camello por
el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos”.
Ahora más que nunca, hace falta que la
Iglesia venezolana, al estilo de Monseñor Oscar Romero, denuncie tan salvaje
situaciónde muerte, angustia y sufrimiento, con aquellas comprometidas
palabras: “Ante la orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de
Dios que dice no matar”...”La Iglesia defensora de los derechos de Dios, de la
dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta
abominación”…”Hay que combatir el egoísmo que se esconde en quienes no quieren
ceder de lo suyo para que alcance a los demás. Hay que encontrar la profunda
verdad evangélica de que debemos servir a las mayorías pobres”
De no tomar una postura contundente y
directa contra las personas e instituciones que están promoviendo estos
aborrecibles actos, estaremos permitiendo que esta situación de violencia y
sufrimiento, no sólo se mantenga, sino que signifique la vía normal de
cualquier pretensión futura aunque, como la actual, sea una aspiración
antidemocrática, cínica e injusta.
ff) Y así podríamos continuar reflexionando
sobre otras bondades humanas y evangélicas que la Revolución Bolivarianaestá
promoviendo en Venezuela, como podrían ser las tiernas y trascendentes
atenciones que, a través de la Misión Guaquiparu, se ofrece a las distintas
poblaciones indígenas, muy contrario al inhumano tratamiento que
estas etnias están recibiendo en Chile, Colombia o Guatemala. ¡Cuánta
denuncia proféticade Monseñor Ramazzini (amenazado actualmente), o del Obispo
Gerardi (asesinado)! O las inhumanas, también, leyes que rigen en Europa o
Estados Unidos contra la inmigración, muy distinto al trato y afabilidad que
reciben en Venezuela. La promoción de la cultura y la educación por medio de la
música. Mientras que las pensiones en Occidente se reducen y minimizan, en
Venezuela, por el contrario, aumentan y se actualizan. Mientras que en los
países dominados por el Neoliberalismo la desigualdad aumenta escandalosamente,
reflejada en esas faraónicas construcciones, desproporcionadas ganancias financieras
o el desprecio hacia los humildes, en
Venezuela se disfruta de la austera solidaridad de la igualdad.
La tristeza nos
invade a muchos cristianos, y el desconcierto asola a tantos ciudadanos de buen corazón, cada vez
que escuchamos o leemos las tendenciosas manifestaciones de algunos prelados
venezolanos, así como a la propia Conferencia Episcopal, cuando definen al
socialismo venezolano como un sistema totalitario y estatista, a sabiendas de
los grandes logros sociales que está consiguiendo, y los admirables valores
democráticos que están construyendo, gracias a la participación y protagonismo
del pueblo. No en vano Hugo Chávez llegó a decir coherentemente que: “Dios es
la voz del pueblo”), en la línea del teólogo Jon Sobrino, demostrando su vocación
cristiana hacia la igualdad y la protección de los más débiles. El chavismo, y no
ustedes, es quien está combatiendo las injustas políticas de desigualdad, los
genocidios por hambre como consecuencia de las depravadas políticas económicas
o las numerosas guerras que propician estas políticas neoliberales, con las que
se alinea la oposición venezolana (no queramos engañarnos). Una codiciosa ideología capitalista que adora al oro del
becerro, en lugar de al Dios del Amor, por mucho que, hipócritamente, quieran
demostrar lo contrario.
Por otro lado, demasiado
bien sabemos todos quienes han provocado la perversa guerra económica del
desabastecimiento y la inflación. Demasiado bien sabemos todos quienes han
iniciado, y mantenido, los terribles actos de violencia que se están viviendo.
Ser neutral o, lo que es peor, poner el dedo sobre el gobierno supone un acto
de extrema irresponsabilidad y falsedad. Supone colaborar con la violencia y la
hipocresía.
El teólogo jesuita y catedrático de
Filosofía de la Universidad de Granada, en su reciente artículo del Templo a la
calle dice: “El cristiano que busca a Dios en las iglesias, y no lo encuentra
en medio de la vida está cercano a los que mataron al Nazareno; la religión al
margen de lo humano, no tiene sentido”. Y Pablo VI al final del Concilio
Vaticano II, afirmaba que “un mal muy grave de nuestro tiempo es la separación
de la Fe y la Vida”. Jesús siempre tomó una actitud valiente, arriesgada y
comprometida con la Vida. Pensamos que ese debe ser nuestro Norte.
Hermanos en la Fe: sois unos privilegiados porque
el Padre ha bendecido, con las persistentes luchas que el pueblo venezolano ha
protagonizado, a Venezuela, al constituir un símbolo de esta esperanza mundial
que se expande por Latinoamérica, donde la persona es lo primero, frente al
sistema genocida y ecocida imperante, que antepone el rédito económico a la
persona y la naturaleza.
De colaborar con nuestras pasivas, o
activas, actitudes a introducir y extender el infierno neoliberal (tal como lo
definía el presidente Hugo Chávez), en lugar de frenarlo, no bastará con pedir
perdón en su día, porque nuestro pecado permanecerá en el sufrimiento de un
pueblo que, como ustedes bien sabéis, siempre se deja iluminar por la, aparente
o nó, buena fe de sus pastores.
De ahí vuestra, y nuestra, responsabilidad
con la coherencia evangélica. O seguimos a Jesús con todas sus consecuencias (y
no hay que tener miedo- “Hombres de poca fe, ¿de qué tenéis miedo?”. Jesús) o lo crucificamos.
Pedro Castilla Madriñan
Comité Oscar Romero de Cádiz. España
Después de leer su artículo donde, en mi opinión, se mezclan las churras con las merinas, me pregunto: ¿de quién tengo que fiarme más de Vd. o de la Conferencia Episcopal Venezolana? ¿Es su análisis de la situación religioso-socio-política el correcto y único verdadero? Creo que es Vd. sectario y que confío más en el conjunto del episcopado venezolano. Por lo demás, el verdadero camino es Jesús, no Chávez ni Maduro.
ResponderEliminarSEÑOR AGUILAR,NO LLEGO A ENTENDERLE. SE DECLARA CRISTIANO DE BASE, O SEA, ADMIRADOR DE JESUCRISTO, Y ALABA A UN RÉGIMEN QUE TIENE COMO ASESORES Y ALTOS CARGOS A ETARRAS DE LA PEOR CALAÑA Y QUE LE HA DADO COBIJO A DE JUANA CHAOS, EL MÁS VIL ASESINO, CON 25 ASESINATOS A SUS ESPALDA.
ResponderEliminarME RESULTA CUANDO MENOS CHOCANTE.
Entre la opinión de la Conferencia Episcopal Venezolana y la suya, no tengo la más mínima duda de a quién tengo que seguir. Aunque tengan sus errores y sombras. Vd. me parece demasiado autosuficiente y un juez prepotente de las obras de los demás que no piensan en su misma onda. Y el colmo de su sectarismo es defender a ultranza a un país asilo de etarras.
ResponderEliminar