La Bola de Cristal

Por Evaristo Pitaluga i Poveda

En varios de los programas de debate emitidos por la televisión local, TV. Almansa, en los que intervine como contertulio, cuando salía el tema económico y los proyectos de futuro, siempre decía que lo que debería hacerse es apretarse el cinturón porque la crisis no solo no terminaría en 2.011, ni siquiera en el 2.012. Que había que diseñar, con mucha imaginación pero poniendo los pies en el suelo, planes de actuación basados en una economía de guerra, no seguir con políticas maximalistas basadas en obras faraónicas unos, o políticas urbanistas caducas basadas en el ladrillo, otros.

Estas declaraciones no eran del agrado de los restantes contertulios y menos de los que representaban al gobierno autonómico, al nacional o al municipal. Me tildaban de agorero pero yo siempre me defendía haciéndoles ver que no deberían confundir ser agorero con ser realista. Incluso alguno me preguntaba si tenía una bolita de cristal para ver el futuro.

Siempre que hablaba del tema económico recordaba a los demás contertulios, y por ende a los espectadores, que las verdaderas cuentas de las entidades de crédito (Bancos, CC.AA., etc.) no son las que presentan al Banco de España, que distan mucho de representar la realidad de su situación contable. Esto no quiere decir que estén escondiendo nada ni manipulando los balances (algunas presuntamente quizás), lo que quiero decir es que el mismo Banco de España les permite mostrar sus activos y pasivos de forma que los inmuebles que se han quedado no aparezcan como perdidas sino como activos; activos problemáticos como los llama MAFO (Miguel Ángel Fernández Ordónez), Gobernador del Banco de España, a los más de 60.000 millones de euros (9.983.160.000.000.-Pts., esto es más de 10 Billones, con “B” de BURRADA, de pesetas) que tendría que aportarse a estas entidades financieras en caso de ir al rescate.

Pero claro, se puede decir que no engañan porque como no los sacan a la venta más que con cuenta gotas, no saturan un mercado inexistente evitando tirar el precio por los suelos y obtener menos dinero del que tienen inventariado. Para ser justos deberían tenerlos inventariados por el verdadero valor de mercado y no por el que tenían cuando se los quedaron, inflando artificialmente unos activos de riesgo no provisionados. Sin embargo el Ministerio de Hacienda nos dice a los ciudadanos que la vivienda está catalogada (valor catastral) en función de varios parámetros, y uno de ellos es el valor de mercado; así cuando la diferencia entre el valor actual y el de mercado se hace notoria nos aplican la subida catastral correspondiente, no el valor de de compra de hace 10 ó 15 años. El mismo rasero para las instituciones de crédito, valor actualizado.

En estos debates siempre defiendo que la actual situación económica, generada por la mal llamada crisis del ladrillo, no terminaría vendiendo todo el stock de pisos que los bancos tienen expropiados a los pobres ciudadanos, que no los han podido pagar, aunque la aliviaría bastante porque la legislación española protege a las entidades de crédito contra los ciudadanos. En nuestro sistema financiero, ante un préstamo hipotecario, respondes con todo tu patrimonio presente y futuro, hasta el último céntimo, al contrario que en otros países, más civilizados financieramente hablando y mas garantistas socialmente, que de un préstamo hipotecario se responde sólo con el bien objeto de la hipoteca, esto es, los morosos dejan la llave de su casa en la mesa del director de la oficina bancaria y con ello saldan la deuda. De esta forma parece que la situación económica de los Bancos y CC.AA. sea mejor de lo que realmente es y con tantas mentiras y engaños la crisis inmobiliaria en España se ha traducido en depresión económica y social. Los desempleados y desamparados trabajadores siguen teniendo deudas con los bancos y no tienen ni trabajo ni donde vivir.

Pero como decía, este tema no es el que puede provocar la caída de los bancos españoles. El problema es que el trato de estos Bancos y CC.AA. dan a los promotores es radicalmente distinto y con mucho mayor riesgo, porque permiten renegociar el crédito, mantener unos intereses de risa (gracias a la benevolencia del Banco Central Europeo que los ha marcado en mínimos históricos) y ayudan a venderles las promociones, ofreciéndoselas a sus buenos clientes en condiciones muy ventajosas, cobrarles directamente a estos mismos clientes para reducir el crédito al promotor en esa misma cantidad. Valoran más el no ahogarlos en deudas, llevándoles a un concurso de acreedores, que tener que quedarse con promociones enteras, lo que sería un verdadero desastre.

Ahora bien, los Bancos y el Sr. MAFO saben que la morosidad es cada vez mayor. Que retrasar y retrasar la provisión de los activos dudosos no sirve de nada y no obligar a contabilizar de forma realista los créditos sub-estándar (los que todavía no han entrado en mora pero probablemente lo harán) empeorará las cosas para un futuro cada vez más cercano y a la vez más incierto. Cuanto más se tarde en desinfectar la herida más probabilidades hay de que se gangrene.

Realmente mi bola de cristal está un poco empañada porque sigue existiendo una enorme falta de transparencia por parte de las entidades de crédito debida, en buena medida, por la antigua normativa contable del Banco de España que era demasiado laxa. Así las cifras que se ven son orientativas, poder determinar con exactitud las garantías de los créditos y de los ladrillos adjudicados es difícil o imposible, y esto es lo que realmente alimenta la desconfianza de los inversores en nuestras entidades.

Podría decirse, y hay que decirlo alto y claro, que si la crisis empeora o si los mercados no recuperan la confianza en nuestro sistema financiero, la banca tendrá que afrontar unas pérdidas mucho mayores de las reconocidas hasta ahora y el gobierno, al ir nuevamente a realizar un rescate masivo del sector bancario, realizará una nueva emisión masiva de deuda que sería imposible de colocar en el mercado. Esperemos que el endurecimiento relativo que hizo el Banco de España en relación con la normativa contable en septiembre pasado, obligue a realizar un ciclo de provisiones que devuelva la confianza a esos mercados internacionales.

Mercados que son los que gobiernan realmente los Estados, pese a las soberanías nacionales en Grecia, Portugal e Irlanda (por haber sido intervenidos). En España (y otros muchos países que sin haber llegado a tanto estamos en la cuerda floja) también hemos aplicado las mismas recetas para reducir el déficit público: incrementar los impuestos indirectos y especiales que pagamos todos los ciudadanos por igual, independientemente de la riqueza de cada uno, reducir el gasto social y bajar los salarios; incrementar los impuestos de la renta del capital y las rentas altas, crear uno nuevo que grave a las grandes fortunas o volver a cobrar el de patrimonio o sucesión, con un mínimo exento. Y aplicar cualquiera de las mil millones de medidas que harían pagar la crisis a quienes la han provocado, en vez de a quienes la estamos sufriendo, sería más justo y haría que la crisis fuera menos dolosa para los que menos tienen.

Seamos realistas porque al fin y a la postre ¿de dónde saldría ese dinero? ¿De dónde saldrán los más de 120.000 millones de euros que se calculan costaría rescatar al sistema financiero español?, que supera el 10% del PIB español.

Si tiene que salir del Banco de España, como en el caso de la CCM y otras, esta inyección elevaría el ratio de deuda pública sobre PIB hasta el 75%, siendo inasumible para financiarse en un contexto tan difícil de mercados como el actual.

Quizás el gobierno debería replantearse su proyecto económico porque si tiene que rescatar nuevamente al sistema financiero con otros 120.000 millones de euros y sea a costa de los contribuyentes, otra vez mediante un ajuste brutal, aquí se puede montar un nuevo dos de mayo.

Pero también el resto de administraciones locales, provinciales y autonómicas no deberian hacer cábalas. Hay que ser realistas, como digo siempre en estos debates, hacer lo que hay que hacer, no lo que les interesa hacer.

Esa bola de cristal para predecir el futuro, por la que siempre me preguntan en forma jocosa, existe y cualquiera la puede tener también en su mano. Solo hay que leer los periódicos, de un lado y de otro; escuchar lo que dicen los economistas, de un lado y de otro; ver las realidades de la sociedad, de un lado y de otro. Es fácil ¿no?