NI EL GENARO NI EL BLASILLO NI LA MADRE QUE LOS PARIÓ. (20)

Por el difunto Marqués de la Bragueta. 

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¡Santa Ristra de los Ajos, la follaron por los bajos ingiriendo calandrajos! !San Cochino de Segovia, se la folló siendo novia! ¡San Tomate de la Huerta, folló con la puerta abierta y con la bocha cubierta! ¡Santísimo Pan Tumaca, se folló a la Tía Paca abriéndole la petaca! ¡Santo Tocino con veta, la folló en una caseta y le regaló una maceta! ¡Santísima Virgen del Arroz Caldoso, la folló uno del Toboso!

Hoy me he reunido con el Genaro y el Blasillo en uno de los parajes más parejos y aparejados del Purgatorio y antes de tenerlos delante he pensado que debo atacar yo y no dejarlos a ellos decir lo que quieran, como me pasó con el Bartolo.

He de decir que el Genaro es más feo que un bizco inflando un globo; tiene el pelo como el esparto, una sola ceja y los ojos como si fueran dos agujeros hechos con una lezna. La boca grande y torcida y la nariz de pico de cuervo. Por el contrario, el Blasillo es muy resalado, tanto que parece maricón. Todos los rasgos de su cara son femeniles y siempre está mirándose las uñas, arreglándose las cejas y pestañas y haciendo unos gestos con la boca que inducen a pensar que este chaval pierde pringue culera por todo su cuerpo.

Primero le pregunté al Genaro cuanto tiempo permaneció en la Celda de Castigo y los motivos y cuando iba a responder salta el Blasillo diciendo: -Yo, que soy de Caravaca de la Caca, hijo, nieto y biznieto de agricultores de la agricultura, por parte de padre, dedicados toda su vida a la siembra y recolección de boquerones, chirlas, cangrejos de once patas y pulpos sin ventosas, y por parte de madre a la conservera de conservas conservadas de los producto que recolectaba mi padre.

-Precisamente cuando iba a emprender el viaje al Purgatorio estaba la cosecha en sus comienzos. Los boquerones con los ojos fuera de la tierra, los cangrejos con cinco patas asomando y los pulpos unos treinta centímetros fuera de la tierra. Las chirlas son algo más tardías.

-Hubo año que la cosecha, sobre todo de boquerones fue fabulosa, se llegaron a recoger 950.000 toneladas, y todos machos porque las hembras de boquerón no valen para la conserva. La de cangrejos y pulpos fue algo menor, pero nunca bajó de de las 450.000 toneladas, y la de chirlas de unas 150.000.

-El 95% de cada cosecha es para la exportación a países del último mundo: las islas Galapagueras (grandes consumidoras de pulpo), las Filipenses (de chirlas), las islas griegas del Pacífico (de cangrejos) y las islas del Caribe polar (de boquerones y sus conservas).

-Y puedo decir que cuando me entró el telele que me trajo al Purgatorio, y no a la Gloria como hubiera sido natural, fue debido a que fui sorprendido cuando me estaba follando al padre del Alcalde, después de hacerlo con el hijo y a punto de follarme a uno de los nietos.

No me quedó otro remedio que ponerle un esparadrapo en la boca para conseguir que dejara de decir tantas memeces.

El Genaro había permanecido impasible y serio durante la disertación disertada del Blasillo y en alguna ocasión estuvo muy ceca de arrearle un soplamocos, pero se contuvo. Cuando observó lo del esparadrapo lanzó un suspiro suspirado y dijo:

-Este marica, maricón amariconado, cuando coge la palabra atonta al más pintado. Hay que ver la cantidad de sandeces, memeces, idioteces y otras eces que ha soltado este mendrugo.

-Lo de que le dio un telele cuando se estaba follando al padre del Alcalde, después de hacerlo con el hijo y a punto de hacerlo con el nieto es la mentira más grande que vieron los siglos sigleros, porque lo cierto y verdad es que se estaba tirando al Tuerto de la Botica, que tenía 99 años, 11 meses y 29 días, y pesaba 30 kilos pues era todo huesos y piel.

-En el pueblo se sabía que perdía aceite, que era más maricón que el gato de la hortelana, que maullaba por la tarde y por la mañana dentro de una palangana.

Tuve que intervenir porque me estaba dando cuenta que con este par de mostrencos iba a terminar como con el Bartolo, sin saber nada de las Celdas de Castigo. Es por eso que le dije: -Mira Genaro, te lo ruego, te lo suplico, te lo imploro, te lo pido por el Mariscal de Campo del Ejército de Iznatoraf, dime como fue tu estancia en la Celda de Castigo del Infierno, que es lo que a mí me interesa.

Me contestó así: -Mira Marqués, si al Blasillo le has aguantado, o le hemos aguantado, una ristra de mentiras y si es que te interesa tanto lo de las Celdas de Castigo, me tendrás que dejar unas pocas horas para que yo me explaye y pueda contar algo sobre mi vida anterior a ésta. Porque de no consentirlo te vas a quedar como el chepa de Burriana, a dos velas.

Y que puedo hacer, amigos del alma, si no escucho a este otro pelanas, pues que me quedo como la Tía del Espejo, que follaba cuando jugaba al tejo y fruncía el entrecejo hasta arrugársele el pellejo.

Lo pensé, lo repensé y tras mucho pensarlos, lo hice: Me los engatillé a los dos y los dejé para el arrastre; les dejé el ojete como la charca del Molinillo, donde cierto día el Pepillo se la cascó siendo un chiquillo.

De esta forma, por tamaña felonía, me cogieron y me llevaron al Infierno, que era lo que yo quería para, acto seguido, follarme a treinta y siete Demonios y que me enchiqueraran en una Celda de Castigo para poder hablar con fundamento de causa. Pero mi gozo en un pozo, quedé en la reserva porque estaban atiborradas de hombres y mujeres.

Podré alguna vez hablar claro y tendido sobre las Celdas, ya veremos, como decía el Ciego de la Ceguera, que perdió la vista follándose a la estanquera en el borde de una acera.