CHOCHOS, PIJOS Y PESPUNTES. (30)

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¡SANTÍSIMA VIRGEN DE LAS ALPARGATAS! AHORA RESULTA QUE ESA PANDILLA DE MEAPILAS Y SANTURRONAS, REUNIDOS EN LA FALDA DEL CASTILLO, QUIEREN QUE EL AYUNTAMIENTO ME DE DE BAJA EN EL CATASTRO MUNICIPAL ALEGANDO QUE SOY UN PROBLEMA GRAVE PARA LAS BUENAS Y SACROSANTAS COSTUMBRES. PERO BUENO, ES QUE DECIR QUE FOLLAR CON UNA TÍA GUAPA Y HERMOSA VA CONTRA LAS BUENAS COSTUMBRES. ES QUE HACERLE UNA LAMIDA DE CHUMINO A UNA ZAGALA PUEDE ALTERAR LA ARMONIA EN LA VIDA FAMILIAR. ME ATREVO A DECIR QUE ESOS Y ESAS SON TODOS BELLOTOS, O SEA, QUE NO HAN FOLLADO EN SU PUTA VIDA. SEPAN USTEDES, GARRULOS DE ALMADRABA, QUE SI PROBASEN A ECHAR UN POLVO BAJO PATA VERÍAN COMO CAMBIABAN DE CRITERIO. Y SEPAN TAMBIÉN QUE ESTOY RECORRIENDO ESPAÑA ENTERA PARA RECOGER TÍTULOS, DIPLOMAS Y CRUCES QUE ME SON CONCEDIDAS POR LOS MUCHOS MÉRITOS QUE ATESORO. ENTRE ELLAS LA DE MORILLERO PILOSO DE LA HERMANDAD DEL CHOCHO AFEITADO; LA DE MAESTRO ARMADO DE LA JUNTA FESTERA DEL PAN DE HIGO MANCHEGO, Y LA DE TRANSPUNTE EMPALADO DE LOS BATUSI DE ALCORCÓN.

CHOCHOS, PIJOS Y PESPUNTES. (30)

Por el Marqués de la Bragueta.

Cuando cumplió treinta años llevaba cinco follando con el de la ceja larga, que al final se fue enfriando. Y se enfrió porque al tío había que chuparle el pito para ponerlo derecho pues era un pimiento frito. Yo no sé lo que te pasa, le dijo ella enfadada, pues teniéndola tan larga ahora está tan esmirriada. Cuando te la vi al principio, tan larga, gorda y derecha, creí que tendría pitusa sin caducidad de fecha. Que llegaría a los setenta follando como una loba porque tu pijo era entonces como el palo de una escoba. Es que ya no me acaloras, le espetó el de la ceja, Y aunque te vea desnuda no se empina la molleja. Quien me lo iba a decir, le dijo ella furiosa, que al final se quedaría en esa poquita cosa. Lo mandó a tomar por culo pues ella lo que quería era un tío que la follara por la noche y por el día. Y de momento quedó muy triste y alicaída porque no tenía una polla para estar entretenida. Para una reparación necesitó un fontanero y se presentó un muchacho que estaba de aquí te espero. Lo miró de arriba abajo dejando la vista fija en el bulto que formaban los cojones y la pija. Se le erizaron los pelos y se le secó la boca, empezando a desbarrar como si estuviera loca. La miraba el fontanero y en sus adentros decía: Solo me mira el paquete ¿Qué es lo que querrá esta tía? Al terminar su trabajo le presentó la factura y ella le ofreció su cuerpo agarrada a su cintura. ¡Ay! Madre del rey de bastos y padre del rey de oros. Cuando le vio el carajote, que era como el de los moros. Lo cogió con las dos manos y lo llevó al agujero y de un golpe nada más lo colocó todo entero.

Le echó las manos al culo para que no la sacara, después del primer casquete, y que otra vez la follara. Después de un breve descanso prosiguió su mete y saca follándola a bolo suelto con aquella hermosa estaca. La polla del fontanero parecía una llave inglesa, larga y dura como un tocho, que partía hasta la compresa. Algo más de cinco años, que son casi dos mil días, a dos polvo por sesión son cuatro mil alegrías. ¡Santa Quilla de la Barca, Virgen del Agua Salada! Cuatro mil polvos seguidos y no terminar cansada. Pero él si que se cansó, y esto suele acontecer, porque follarse a la misma termina con el placer. Y si se acaba empachado el pijo no se endereza aunque ella se lo chupe con ansias y con destreza. Al marcharse el fontanero se fue de nuevo a mirar las páginas amarillas a ver si podía encontrar a un joven apuesto y fuerte que la quisiera follar. Y llamó a un electricista, que resultó maricón, y más tarde a un albañil que tampoco la folló porque era feo y con chepa, paticojo y cabezón. Pero al final tuvo suerte y encontró lo que quería cuando llegó el butanero a cambiarle la vacía. Para cambiar la botella lo llevó hasta la cocina y una vez que terminó se lo ofreció de propina. Se fueron al dormitorio y allí le quitó la ropa, después le lamió la almeja y empezó a meterle estopa, por delante y por detrás, y finalmente en la boca. Casi un quinquenio estuvo follándola el butanero, luego llegó un novillero, que era de Balazote, que escondía bajo el capote un pijo de aquí te espero.