Debo comenzar por decir que soy creyente pero poco practicante. De ser un meapilas conspicuo pasé a ser un hombre libre de ataduras con una Iglesia que no me convencía en las manifestaciones escritas y habladas de alguno de sus Obispos, Vicarios y Sacerdotes, y no solamente de la Iglesia vasca sino de otros fuera de ese territorio.
Algunas de las palabras de cierto Obispo vasco me pusieron al borde del descreimiento. Lo pasé muy mal, no llegaba a entender como un Obispo de la Iglesia a la que yo pertenecía se pusiera del lado de los terroristas y no de los asesinados.
Estuve varios meses con una enorme incertidumbre, no sabía que camino tomar, pensaba y no me llegaban las ideas para salir de tal atolladero. Me preguntaba muchas veces: ¿pero como es posible que ese Obispo ignore a esos niños asesinados en los cuarteles de Zaragoza y Vic? ¿Cómo se puede entender que diga que los asesinos son presos políticos? Y que diga que no oficia una Misa de funeral por un guardia civil asesinado porque no sería bien visto por su feligresía.
En una Democracia no hay presos políticos, señor Obispo, las ideas, por muy absurdas que sean, se pueden dirimir en los Parlamentos, no son necesarias las pistolas ni las bombas. Segar la vida de casi 900 personas por querer imponer unas ideas es lo más absurdo que cabe en mente humana.
Como soy providencialista sabía que mi buen Dios me daría los argumentos necesarios para obrar en consecuencia, y me los dio. Una noche, sobre las dos de la madrugada me hallaba en la terraza de mi domicilio y me llegó la idea. Miré al cielo y le dije: Señor, a partir de este momento entre Tú y yo no va a haber ningún intermediario, nos vamos entender los dos maravillosamente. Y lo digo con total y absoluta sinceridad, soy muy feliz y me encuentro plenamente satisfecho con la determinación que tomé aquella madrugada.
Para ser un auténtico cristiano no es necesario asistir a los actos religiosos; conozco a personas que tienen cardenales en el pecho de tanto golpe, pero son más falsos que Judas. Son estos los que están minando los cimientos de la Iglesia Católica, de una Iglesia que tolera la falsedad porque lo que quiere son números, gentes que, unos aportando dinero y otros mentiras, sigan acudiendo diariamente a los actos litúrgicos y que luego, al terminar la función, escupen en la cara a Jesucristo difamando, insultando, injuriando, calumniando a sus vecinos.
Y lo digo con fundamento de causa, tengo un amigo del alma que ha sido insultado, injuriado, difamado y denunciado por uno de estos “cristianos”; un hombre que posee una buena fortuna y que la emplea, en vez de mandar dinero para el cuerno de África, en conseguir títulos y honores para hacer creer al pueblo lo “bueno” que es, sin darse cuenta que es tan conocido que a nadie engaña, se engaña él solo. Le acompaña su hija, que sigue la estela de su progenitor. Cuando se darán cuenta que el odio es muy mal consejero, que por ese camino no van a ningún sitio, bueno si, van al pudridero.
Pero me he desviado de la idea motriz de este artículo, que no es otra que la celebración en Madrid de la FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARET. En la Plaza de Colón se congregaron varios centenares de miles de hombres, mujeres y niños, de España y de varios Países de Europa y América, para dar testimonio de su visión cristiana de la familia, basamento de la Iglesia de Jesucristo.
Llevamos varios años en que una parte de los políticos y de la sociedad están atacando a la institución familiar porque saben que si rompen los cimientos de la familia trituran los de la Iglesia.
Leyes como las del aborto, eutanasia y otras se publicaron sin otra intención que menoscabar el principio de la fe cristiana, ignoran que la vida procede de Dios y solo Él la puede quitar.
Se anula la pena de muerte y no se protege la vida del nasciturus, el ser más indefenso, el que no ha pedido ser engendrado y se le asesina en el vientre de su madre.
Mi cristianismo me obliga a estar en contra de la pena de muerte, DE TODAS. Ni siquiera a Henri Parot, autor de 82 asesinatos y condenado a 4.800 años de cárcel le deseo que sea ajusticiado. Con mucha más razón me opongo a privarle la vida a un bebé de varios meses, eso es una monstruosidad. Si pudieran gritar diría: ¡!Mamá, no me mates que quiero besarte!!
Termino diciendo que respeto todas las ideas, pero aquellas que van en contra de la vida, de la honradez, de la sinceridad, de la honestidad, de la generosidad, en suma de las virtudes humanas no las tolero ni las toleralé nunca.
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No soy quién para enmendarle la plana pero su visión de la Iglesia es muy parcial, en mi opinión. Si Vd. se entiende directamente con Dios, le sobra la Iglesia como institución y, lo que es más importante, como asamblea y grupo de personas que se reúnen para proclamar su fe, celebrar la Eucaristía en común y alabar a Dios en compañía de los hombres sus hermanos. El hecho de que muchos cristianos no sean ejemplares no le debería llevar a pensar que quienes celebran actos litúrgicos son todos unos meapilas. Por lo demás, estoy de acuerdo con Vd. en que lo esencial es practicar las virtudes cristianas o humanas. Lo que pasa es que sin fe y confianza en Jesucristo en ocasiones resulta muy difícil convencerte de que uno tiene que ser honesto y buena persona. Vivir una religión en plan individual, como Vd. parece que defiende, va en contra de la historia de las religiones y de la realidad que podemos comprobar observando la práctica de cualquier religión. También me ha gustado el hecho de su "descubrimiento personal" de Jesucristo. Ojalá todos tuviéramos un "encuentro" personal con Jesús como el suyo. Sin duda ninguna que seríamos o intentaríamos ser mejores personas.
ResponderEliminarMire usted, querido amigo/a: No es que me sobre la Iglesia, es que no la necesito para entenderme directamente con Dios. ¿Hago mal a alguien con mi actitud?
ResponderEliminarPor lo menos soy lo suficientemente claro y honrado como para decirlo, otros callan ¿Quien es mejor?
Tampoco pienso que todos los que no se comportan bien sean unos meapilas, lo que creo es que esos meapilas están perjudicando mucho a esa Iglesia, y que se les tolera.
Yo, y lo he dicho por activa y por pasiva, tengo FE, amo profundamente a Dios y Jesucristo es el espejo en el que miro cada día, es por eso que mi meta es hacer todo el bien que pueda a mis congéneres y tratar de no herir ni perjudicar a nadie.
No puedo estar de acuerdo con usted en que vivir la FE en plan individual sea ir en contra de la historia de las religiones, y de la práctica de la misma. Cuando uno se comporta con honradez, sinceridad, honestidad y procurando que todos tus actos vayan encaminados al bien común, no se va en contra de nadie, todo lo contrario, se camina en la dirección marcada por Jesucristo.
Conozco en este pueblo nuestro a personas, que se dicen cristianas porque son asiduas a actos litúrgicos, vestidos de nazarenos y portando el Estandarte de la Patrona, que son más falsos que el alma de Judas, que tienen poder económico, que se gastan millonadas en conseguir, para figurar, el uniforme de una Institución y que son incapaces de donar una pequeña cantidad para el cuerno de África o para los niños de Cochabamba, que tiene que rebuscar entre la basura algo para aliviar el ruido de las tripas.
Son éstos, junto a ciertos obispos, los que me obligaron a tomar la determinación que he citado en mi artículo. No puedo con la falsía, con esos nuevos judas, es la grama que está minando los cimientos de la Iglesia, y que hay que arrancar para el bien de todos.
Un cordial saludo.
Creo que, según sus palabras,la Iglesia está de sobra para Vd. Pero no no para muchos otros cristianos. A lo mejor está confundiendo la institución con quienes la integran. Es rechazable que haya "judas" y obispos que den mal ejemplo. Pero no olvide que quienes pertenecemos a la Iglesia somos también pecadores. Los santos no abundan tanto como debería ser. Y, finalmente, si Dios acepta a todos, incluso a los que no son personas honradas, ¿por qué se empeña en "echar" a éstos de la Iglesia?. Podría Vd. parecer, sin pretenderlo, más paista que el Papa y más justiciero que el propio Dios. No es de recibo hacerse una Igleisa y una fe a la medida de uno, si es esto lo que Vd. pretende decir y así lo he entendido. Saludos.
ResponderEliminarPues mire usted, señor católico,a mi no es que me sobre la Iglesia es que no la necesito. Y sé perfectamente diferenciar a la Iglesia como jerarquía que a la Iglesia militante.
ResponderEliminarYo no echo a nadie de ningún sitio, dígame donde lo ha podido leer, ni soy más papista que el Papa y, por supuesto,menos todavía que Dios.
Y no coja el rábano por las hojas, que yo no me he hecho una Iglesia y una Fe a mi gusto. He dicho, y lo mantengo, que me siento muy bien con mi manera de entender la FE y tendrá que agradecerme que sea extremadamente sincero, lo que la mayoría de esa Iglesia militante no es.
La sinceridad es una de las virtudes que muy pocos practican y a mi jamás me podrá nadie decir mentiroso.
Dice usted: "Más justiciero que el propio Dios". Pues no, para mí Dios no es justiciero, es todo AMOR, BONDAD, GENEROSIDAD, SINCERIDAD y es porque así lo entiendo yo que no tolero al hipócrita, al falso, al mentiroso, al que se hace ver dándose golpes de pecho y luego se comporta con sus semejantes como un tirano.
Un cordial saludo.